Recientemente, vi en televisión uno de los peores comerciales (desde mi punto de vista, claro está): el de una famosa margarina. En la primera escena se ve que llega el padre de familia a su casa y al saludar, nadie le hace caso a excepción de su esposa. Es más ni el perro lo pela. Se puede ver que la cocina, el comedor y la sala de casa son abiertas y estas tres habitaciones están integradas. También se observa que los tres hijos están entretenidos en la sala con sus dispositivos móviles (celular y tablet) y por eso no escuchan al papá. Después de que la mamá lo saluda le dice que observe la reacción de todos al colocar un poco de margarina en el sartén y en ese momento también los llama diciendo el nombre de la marca. Acto seguido todos dejan lo que están haciendo y salen corriendo a la mesa para comer, incluso aparece de la nada el abuelo de los niños y hasta el perro. Y es hasta ese momento en que están sentados a la mesa que se percatan de que el papá ha llegado. Lo que me parece increíble, y que no me parece correcto, es que se esté propiciando este tipo de tendencias anti-familia y anti-valores que tanto están dañando a nuestra sociedad actual. El hecho de que se apele a los valores, o más bien a la falta de estos en la publicidad actual únicamente genera más acciones de este tipo. Y algo que debemos tener en mente es que las empresas deben asumir un rol protagónico en temas de responsabilidad social y deben hacerlo no sólo a nivel corporativo sino también a través de sus marcas, como una forma de retribuir a la comunidad su lealtad al consumir sus productos o servicios. Y esto es sólo en el sentido “social” pero desde el punto de vista publicitario, no debemos perder de vista que toda publicidad mala permanece en la mente del consumidor con una mala referencia por un buen tiempo además de que no tiene el mismo impacto que un buen anuncio en el desempeño comercial y/o financiero del producto o servicio publicitado. Otro ejemplo, relativamente reciente, de lo que puede suceder con una mala publicidad: en México el director técnico de la selección mexicana de futbol era la imagen de una marca de telefonía. Este director técnico se hizo aún más famoso por una serie de eventos negativos y su mal comportamiento, hechos que definieron y aceleraron el que la marca lo retirara de su publicidad. Pero al final de cuentas, el daño ya estaba hecho: la marca era reconocida por su afiliación a este director técnico. Como dice el dicho: “se la llevaron (a la marca) entre las patas”. Desde mi punto de vista, pudiera ser que estas empresas hayan tomado una decisión errada a partir de información o escenarios sesgados o incompletos. Y ojo, sólo estoy asumiendo y pudiera no estar en lo correcto. Pudiera ser que en los análisis previos a presentar las ideas al cliente de la margarina, los resultados hayan sido favorables porque tal vez el target que tomaron haya sido de una zona geográfica que no representaba adecuadamente al 90% de la población, o que los mismos no hayan sido dirigidos de manera correcta y los participantes hayan sido orillados hacia una creencia que en realidad no tenían. En fin, explicaciones puede haber muchas. Y también son muchas las formas de mostrar a nuestros clientes cifras interesantes pero que pueden mirarse desde diferentes puntos de vista. Al final de cuentas, de lo que se trata es de impactar al mayor número de personas posible pero no en detrimento de las creencias del resto de los espectadores. Imagen cortesía de shutterstock
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