Para muchos empresarios que lean estas líneas, la pregunta puede antojarse extraña o falta de sentido, bien sea por desconocimiento, bien por preferencia adquirida sobre la que se tenga en ese momento. Internet es el mundo de los contenidos y la interactividad entre personas y marcas, sea mutuamente entre las de misma naturaleza o cualquier combinación entre ellas dos que podamos imaginar. Es el mundo de las relaciones y la visibilidad basada en modelos creativos que inducen aprecio por algo y por alguien. En definitiva, es el sitio en el que queremos estar todos para que los otros todos aprecien quiénes somos y qué les ofrecemos. Y cuando hablamos de empresa y su escalado a Internet, entendiendo por ello la forma en cómo trasladar el modelo de negocio a la red y dimensionarlo, es cuando puede aparecer el dilema. Hace tan sólo 15 años, hablar de Internet era hablar de web y la dimensión que adquirían esos sitios en la época era la panacea de la imagen corporativa, aunque muchas empresas que invertían enormes cantidades de dinero en ellas, no acababan de tener claro cuál era el significado de la misma más allá de la famosa «si no estás en Internet, no existes». Han pasado los años, el mundo ha cambiado e Internet, mucho más. La velocidad de evolución del segundo supera con creces la del primero y provoca la creación en el tiempo de las conocidas «brechas digitales» de las que, lamentablemente, se sigue hablando porque siguen existiendo. Cuantas veces habremos escuchado decir que la tecnología da más trabajo que quita. Obviamente esta apreciación rebosa desconocimiento y en ocasiones, falta de interés, conduciendo ello a una mala aplicación de la misma, pero los resultados sobre la imagen de los nuevos canales de difusión siguen enrarecidos en concepto en muchos escenarios y sectores empresariales. Cuanta más distancia existe entre velocidades de crecimiento, mayor es el riesgo de brecha y mayor será su profundidad. Pero no culpemos a la velocidad ni al crecimiento, el mundo no sería mundo sin ellas y volvamos a la empresa. Tener imagen en Internet es como abrir una tienda al público, hay que tener claro qué tipo de tienda se quiere abrir, cómo va a ser la tienda, en qué lugar queremos abrirla y a qué público queremos dirigirla. Por ello la mayoría de webs empresariales fueron, durante lustros, diseñadas como «escaparates virtuales», – aún hoy día sigue usándose el concepto y no en pocos escenarios -, pero a ellas también llegó la evolución. Porque el objetivo de las empresas es vender y rendir económicamente e Internet es un medio más para conseguirlo. Llegó el comercio electrónico y los escaparates virtuales se llenaron de productos para vender pero las ventajas de Internet quedan limitadas cuando escalamos las carencias del mundo físico al mundo digital porque los milagros, hay que dejarlos para el cine. Un mercado digital competitivo con productos, precios, calidades y servicios muy similares estará igual de saturado que ese mismo mercado en las calles de la ciudad. Por ello pensar que Internet es la solución a las calamidades de un mercado caduco es una falsa apreciación. Pero casi sin querer ni darnos cuenta, un día apareció de repente el marketing de contenidos como una de las evoluciones naturales del marketing digital, una modalidad que no podía replicarse en el mundo real y que podía ofrecer una ventaja competitiva para las empresas dotadas de capacidades literarias y creativas. El marketing de contenidos es amplio pero en esta entrada me remito exclusivamente a los blogs con enfoque de empresa como herramientas de difusión de marca. Cuando tenemos un producto de calidad, ser capaces de hablar de él y conseguir activar las emociones de nuestros potenciales clientes a través de las palabras, nos abre un escenario de gran impacto y largo recorrido. Si a la gran capacidad de llegada a público, de carga de información en esa llegada y de capacidad de interacción entre el cliente y nosotros que nos regala Internet unimos la facilidad para transmitir en palabras las sensaciones que queremos que reciban esos clientes, tenemos entre manos el marketing de contenidos. El concepto y la variabilidad de modalidades son extensos al ir ligado a la creatividad y las palabras, pero en esencia nos permite contarles a nuestros compradores que nuestro producto o servicio es el que necesitan para solventar sus necesidades. Y llegamos al punto donde podríamos discutir si web o blog, si ambos a la vez o si uno u otro dependiendo del modelo de negocio físico que queremos extrapolar a Internet. Pero no vamos a discutir nada porque sois vosotros los que debéis decidir. Porque entrados en 2016 todos y cada uno de vosotros, si tenéis empresa o sois profesionales, entendéis ambos conceptos. Y sólo vosotros podéis decidir, apelando a vuestro campo y necesidades, qué hacer con el volcado digital de vuestra empresa. Porque nadie os va a dar la solución. Muchos os podrán asesorar, que ya es mucho, pero la decisión final es sólo vuestra y no es nada fácil porque muchos sectores, no lo olvidemos, siguen en el fondo de la brecha. Y no perdáis de vista la contagiosa y maléfica facilidad con la que muchos empresarios y/o profesionales menosprecian tener un reflejo digital del modelo físico creado o usado. Y digo que no lo perdáis de vista porque nuestro mundo sigue siendo, en su mayoría, fiel seguidor de la Teoría de la Conformidad de Asch donde a mediados del siglo XX demostró experimentalmente que las personas hacen piña con el rebaño aunque opinen de forma contraria tan sólo para no parecer diferentes del resto. Internet nos hace diferentes, a nosotros y a nuestro negocio y el marketing de contenidos es una derivada que ninguna empresa debería dejar de atender, apreciar y entender porque quien tiene la creatividad y el don de la palabra en sus manos, es capaz de tener al cliente en su negocio. En mi humilde opinión, si os cabe o encaja, deciros todo lo que suena a Internet es usable y utilizable, dos características que convierten cualquier producto o servicio en atractivo. Y sí, siendo subjetivo diré que prefiero escribir y crear con palabras porque contar una historia siempre es hermoso y atesora un valor diferente.
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