Hace unos veinticinco años nadie creía posible que un día pudiéramos tener comunicación inalámbrica, cámara de fotos, reproductor de video y música, álbum de fotos, una pequeña computadora y más cosas en la palma de nuestra mano. Hoy, los smartphones son el pan de cada día. Hace unos veinticinco años ese concepto era ficción, pero a la vez realidad, pues ya se empezaba a desarrollar el camino que llevaba hacia la tecnología actual. La imaginación no debe dejarse constreñir por las limitaciones materiales de cada época a la hora de lanzar ideas, porque esas ideas son las que van inventando nuestro futuro. La publicidad, por ejemplo, que es una industria en la que la población de ideas es muy grande, como también lo es la literatura, funciona de esa forma. La gente dice, muchas veces sin dignarse a mirarlos, que los anuncios son mentira. Nada más lejos de la realidad. Puede que el contexto del anuncio sea una historia de ficción, pero no es mentira, pues lo que se busca es resaltar el objeto del anuncio. Es una dramatización en imagen, video, o el medio que desee utilizarse, que nos cuenta una historia en la que salen a relucir los atributos del producto anunciado, una ficción que puede contener una total carga de realidad, como la mejor película documental. Un buen anuncio es un arte de propio derecho, y muchas veces su impacto y su influencia perdura mucha más allá de la campaña en la que se creó. De eso tenemos varios ejemplos en España, las cremas de cacao, el cacao soluble, las gaseosas, y a otras clases de productos los denominamos con un nombre, la marca más conocida de cada uno de ellos, como si fuera un genérico para el tipo de producto, ¿por qué? Fácil, por la extraordinaria gestión narrativa de la ficción publicitaria con la que se presentó a cada producto en un momento determinado, que le llegó dentro al público, y allí se quedó por siempre. Un ejemplo más reciente, el producto que se presentó bajo el slogan: “Eres más poderoso de lo que crees”, un spot que te coge y te sacude. Esa marca podrá ser más o menos cara en sus productos, lo que sea, pero sabe muy bien cuidar y emplear la ficción real. Sus campañas están impecablemente diseñadas, compuestas de spots en las que todo cala en las personas , la música, la narrativa y los personajes. No se trata de la suspensión de la incredulidad, porque la ficción, en este caso es sólo la vía que conduce a presentar una realidad concreta acerca de un objeto y su entorno. Eso es lo que la gente debe saber apreciar, las piezas de ficción real contribuyen a enriquecer al panorama de la comunicación y de la cultura, no ya sólo en la publicidad, si no en todas las ramas del arte. Imagen cortesía de iStock
Comentarios