Cada vez es más frecuente encontrarse con la preocupación de empresas, de consultorías y de head hunters por aquello que llaman soft skills o habilidades blandas.
Se trata de aquellas características inherentes más a la persona y a las cualidades humanas que poco tienen que ver con los conocimientos prácticos-científicos.
Hay algunas profesiones en las que estas habilidades blandas han estado de moda todo el tiempo: a los periodistas siempre se les ha pedido, en las ofertas de trabajo, tolerancia a la frustración (resiliencia), y a los diseñadores, trabajo bajo presión, por mencionar un par de ejemplos.
A los fotógrafos tampoco se nos han escapado las soft skills, y no las entendemos como un plus en el currículum, sino como la única forma de poder llevar a cabo de manera adecuada nuestro trabajo.
La técnica es lo de menos para aquellos que dedican su vida a la lente. Un curso de un año bien podría ser suficiente para dominar desde encuadres hasta funciones específicas de la cámara, por más compleja que ésta sea.
Lo complicado está detrás de esto y lo que puede hacer única o no una imagen.
Previo a nuestro segundo workshop de fotografía, que se llevará a cabo este sábado 11 de noviembre, me encantaría aprovechar este espacio para hablar de las cinco soft skills que definen al fotógrafo.
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Curiosidad
Muy probablemente se trata del arma secreta de los mejores fotógrafos del mundo. Si uno no siente la necesidad de salir a descubrir el mundo con una cámara, entonces de poco le servirán los conocimientos técnicos.
Un fotógrafo requiere de hacerse una pregunta todo el tiempo: ¿Y qué pasaría si…? En esa pregunta se esconde, como respuesta, la posibilidad de buscar nuevos ángulos de una realidad vista por muchos, de ir a lugares inhóspitos o de acercarse a personas que guardan una historia retratable.
Fotógrafo que no es curioso debe empezar a desarrollar esta cualidad antes de que termine por frustrarse muy rápidamente.
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Sensibilidad
Ninguna escuela de fotografía puede enseñarle a nadie a ser sensible. Sin embargo, sí es una cualidad que se puede desarrollar a través de la apreciación de otras expresiones artísticas y del reconocimiento de distintos contextos, lugares y paisajes, y por supuesto, de las vivencias propias.
El fotógrafo requiere de sensibilidad para encontrar encuadres, para saber retratar un rostro o para hacer el registro de un evento que despierte todo tipo de sentimientos: desde un concierto hasta una tragedia.
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Creatividad
Este es un básico para cualquier disciplina que tenga alguna relación con las artes. La creatividad y la imaginación son importantes para dos cosas: en primer lugar, para generar enfoques y propuestas distintas, capaces de atrapar el ojo del espectador por promover una estética distinta o muy personal. Y por otro, para saber presentar o vender tu trabajo. Un fotógrafo que no tiene suficiente creatividad para promoverse a sí mismo, será difícil que encuentre las plataformas adecuadas para subsistir a través de su labor fotográfica.
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Paciencia
Dicen que el mejor amigo del que escribe es el borrador y el bote de basura, y para el fotógrafo no es muy distinto.
Como fotógrafos sabemos que es realmente complicado obtener una buena foto, que normalmente no salen al primer intento y que, si el 20% de las imágenes son rescatables, significa que hemos tenido una jornada positiva.
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Pasión
Después de los cuatro puntos anteriores, sobra mencionar este último.
La pasión no es solo un rasgo de los fotógrafos exitosos, sino de prácticamente cualquier profesional que logra los alcances que busca dentro de su ámbito.
En el caso de la fotografía, apasionarse es indispensable para mejorar en todos los sentidos. Si uno no la tiene, sencillamente se conformará con cualquier resultado. Todos los demás puntos se pueden adquirir o mejorar con el tiempo, pero la pasión es parte de la esencia del fotógrafo, o no será.
AUTOR
Jonathan Klip
Fotógrafo profesional, padre y esposo, director de @RECREAMKT The Happy Coompany. @Jonathanklip e Instagram: @jonathanklip
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