Una de las cosas que te pueden decir sobre trabajar en publicidad, es que nunca sabrás qué cliente tocará la puerta. En esta profesión conoces de todo y haces de todo. Un día puedes escribir una cuña radial para unos caldos concentrados y al otro día adaptar una campaña enlatada de desodorantes –si, también llegan muchos enlatados– que cambiaron su fórmula. Trabajando en una agencia de publicidad no te aburrirás –si lo haces, cámbiate de agencia- pero si te cansarás. Y será un cansancio que muy pocas veces sueles experimentar, que te agota mentalmente y que repercute en tu cuerpo (nada que 12 horas seguidas de sueño no puedan reparar). El causante de ese tormento será el cliente que no sabe lo que quiere. Ese cliente que comienza con un pequeño pedido. Un pedido que a simple vista parece sencillo pero que en realidad es una mega tormenta y tú, como creativo de la cuenta, terminas convirtiéndote en George Clooney al mando del Andrea Gail en “The perfect Storm”. Ya tienes la tormenta encima, no puedes regresar a puerto y solo te queda una opción: Seguir navegando. Con la astucia de un creativo vas surcando las olas de cambios y devoluciones. Con el tiempo las olas se hacen cada vez más grandes y cuando crees que ya no hay más, llega un maretazo. Hoy domingo, soy yo el que se encuentra navegando en la tormenta del cliente. Me di un tiempo, entre cambio y cambio, para escribir esta suerte de “Mayday creativo”. La fecha de entrega de este proyecto será este martes, el próximo domingo les contaré si sobreviví a la tormenta o me ahogué en el intento.
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