Los jefes que me he encontrado en mi vida laboral me han hecho cuestionar sobre el tipo de jefe que sería y quiero ser. Algunos de ellos fueron buenos, otros malos y un par, fueron perversos. Lo confieso, idealicé el concepto de jefe, fui ambiciosa, esperaba a alguien a quien admirar y de quien aprender. Pero a excepción de algunos personajes muy queridos, me he encontrado con abuso de poder, falta de criterio, caprichos creativos y complacencia. Como creativa, es natural que siga en la búsqueda de un líder que además de darme órdenes o lineamientos de lo que debo hacer, también me inspire, me haga sentir orgullosa de trabajar a su lado y ser parte de su equipo. Hoy, sin embargo, con mucho cariño le agradezco a cada uno de los jefes que tuve porque para mal o para bien, me enseñaron lo que se debe y no se debe hacer cuando se lidera un grupo: Inspirar miedo. Gritar, amenazar o manotear, no hace más productivas a las personas. Esto no solo habla mal de tu profesionalismo, también del ser humano que eres. Tener miedo. ¿Qué respeto le puede tener un equipo a un líder que le teme a su jefe o a su cliente? Esta emoción le impide abogar por sus colaboradores y defender las ideas en las que creen todos. Mantener secretos. Si nuestro negocio es la comunicación, pues comuniquemos. Cuando un jefe no habla con su equipo de lo que acontece, genera desconfianza. Da pie a los rumores de pasillo y si hay algo que daña a una empresa, son los chismes. Decir no porque no. No hay nada más frustrante creativamente que hacer campañas al gusto del jefe y no del target. Al final, no van a ser efectivas. ¿Cómo? Si el jefe ni siquiera sabe lo que es usar transporte público. Esquivar las decisiones. Admiro a los jefes que te guían, te hacen ver tus errores y te dicen cómo mejorar tu trabajo. En cambio, me desilusionan los que les parece que todo está bien, que dudan y no son capaces de elegir un camino en la campaña. Asignar sus responsabilidades. Cuando un jefe me da su trabajo sé que salgo ganando experiencia, pero inevitablemente termino preguntándome por qué no ganar también su maravilloso sueldo. Una cosa es confiar y dar autonomía, otra es esquivar los deberes. Espero algún día ser una excelente jefe, porque asumir el liderazgo de un grupo no solo es una responsabilidad empresarial, también personal. Ya tengo algunos buenos ejemplos, pero estoy segura que ustedes tienen muchas otras cosas que no debería repetir como jefe. Me encantaría que me ayudaran contándome algunas. Imagen cortesía de iStock
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