Aunque parezca un gran pretexto para los conductores de autos, existe un punto ciego, un punto que no alcanza a cubrir la visión ni con ayuda de los espejos laterales y el retrovisor. Y hasta cierto punto, esto es natural. Los seres humanos siempre juegan a controlarlo todo, quieren ser omnipresentes y omnipotentes, pero por sus capacidades poco explotadas aún no lo permiten. Es por ello que en las acciones que se emprenden, la mayoría de las veces hay algo que se nos sale de las manos, por muy cuidado y planeado que sea el acto. Y claro, en marketing y publicidad no es la excepción. En ocasiones se planea y se llevan a cabo segundos y terceros proyectos en caso de que alguno tenga pequeñas fisuras por donde se escape el interés del cliente. Sin embargo, no siempre se llegan a cubrir todos esos puntos, por lo cual es necesaria la intervención de un observador externo. Después de trabajar por semanas para un proyecto, resulta que algo hace falta pero no se descubre la razón. La opinión de una persona que no esté contaminada por los procesos y detalles fallidos en el plan, puede ser de gran utilidad en esos momentos. Probablemente un colega que no se encuentre dentro del proyecto, o la aplicación de un sondeo rápido, puede darnos respuestas decisivas para el éxito en los planes. De esta forma, se puede cubrir la visión en el punto ciego y evitar pequeñas catástrofes en las estrategias y planes a implementar.
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