Estoy más que lista para el bombardeo de aquellos que dirán que soy vaga, y sí, tienen razón pero justamente por esa razón es que “los vagos” como yo, buscamos la manera de ser más productivos en menos tiempo y sin tener que malgastar minutos que podemos emplear en cosillas más relevantes. Puede que suene a farsa, ¿cómo se supone que aplazar proyectos o tareas puede mejorar los procesos que se incluyen en la realización de esos proyectos y tareas?, en resumen, ¿cómo puede ser productivo que yo deje –en teoría. De producir?, continúa leyendo para que te enteres. Referente al tema Uno de los primeros hallazgos en internet cuando hablamos del tema, es un ensayo de 1995 autoría de un filósofo de nombre John Perry de la Universidad de Stanford, cuyos textos especifican que sí es posible la productividad a condición de dejar pendiente algo más importante, derivando así el término “procrastinar” -«una persona que consigue hacer muchas cosas dejando de hacer otras»- De “estructurado” –como en el ensayo de Perry- pasó hasta no hace mucho a “eficiente”, gracias a un libro que muchos aseguran es una especie de “autoengaño filosófico” al pretender que los vagos se sientan mejor diciéndoles que son fructíferos. No sé cuál es la controversia, pero desde tiempos de Platón se tocaba el tema del misterio que tenemos los seres humanos para hacer cosas distintas a la que de verdad deberíamos hacer si es obvio que somos racionales. Las cosas de la creatividad que a veces sólo funciona cuando se las tortura En mi artículo ¿es posible la procrastinación productiva? Aún tenía dudas respecto al alcance de ser “el que posterga todo” se deriva en ser más fructífero y resulta que sí, que es difícil entender que la procrastinación forma parte de los procesos creativos y que el mismo, le dan paso a nuevas ideas, pensamientos y decisiones que estando enfocado muchas veces no eres capaz de desarrollar. Hay dos beneficios indiscutibles en todo este proceso, el aumento de la creatividad (que paradójicamente se ve reflejado en la productividad) y una mejor toma de decisiones. Punto 1: La prioridades Devuélvete en el tiempo a cuando eras niño, ¿recuerdas cuando tocaba hacer tarea en casa y justo en lo que pasaba una mosca resultaba más fascinante verla que hacer tu tarea?, que no te pase nunca más. Tómate 10 minutos y revisa o anota todo lo que se supone debes hacer en el día incluyendo lo que puedes tener pendiente, ahora subraya todo lo que realmente sí debes hacer ese día, ya después tendrás tiempo de mirar a la mosca. Punto 2: Enfócate en resultados Internaliza lo siguiente, lo importante no son los métodos sino la meta. Obviamente no vamos a matar a nadie, pero lo importante de enfocarse en el resultado es que vamos a por ello y se nos van ocurriendo diferentes maneras de llegar a lo que queremos. Ser más activo no implica que trabajamos más, de hecho cuando nos tomamos pausas vemos con claridad cómo resolver (a veces de manera creativa o mejor) algunas interrogantes que en estado de tensión no era posible, por eso, aplica el mindfulness que te hará concentrarte más y te llevará a gestionar el estrés. Punto 3: Abandona tu zona de confort Te contaré una anécdota muy divertida, toda la vida he sido tímida y cuando decidí dedicarme a las comunicaciones lo hice pensando en escribir, pero la vida me cambió muchas cosas y me tuve que enfrentar a los terrible “público en vivo” y “resolución de conflictos de terceros”, respiré y poco a poco me convertí en esa que ahora tienen que mandar a callar, hasta hablo con los desconocidos en la calle. Es eso, afrontar lo que sabes que no te gusta pero debes superar porque están de por medio objetivos, o mejor, míralo del lado positivo, es tu próxima meta y debes superarla.
Comentarios