Hace unos cuantos ayeres, un domingo cerca de las 7:00 p.m. me acerque a mi mamá muy temerosa para decirle que necesitaba una monografía para la clase de historia. Con una (no) tan ligera cara de irritación me pregunta “¿Por qué siempre al último momento?” (Para ser honestos yo también me hubiera molestado por tener que ir a buscar una papelería abierta en domingo en la noche… esto sucedió en la era pre-Google). En la universidad aprendí el arte de hacerle creer a mis profesores que el proyecto final lo había empezado al inicio del semestre y no que lo había hecho todo la noche anterior. Cuando empecé a trabajar, mi jefa me preguntaba por que no anticipaba mi trabajo para no tener que estar a las carreras, a lo que le contesté que mi mente trabajaba mejor bajo presión y lograba terminar más rápido mi trabajo (su cara fue de completa incredulidad antes mi respuesta). Cuando decidí independizarme y emprender con la consultoría, mi mayor miedo era que las cosas no sucedieran. Al no tener a alguien (además de mí misma) que me estuviera poniendo plazos o pidiendo entregas, temía que no iba a avanzar con ningún proyecto y por consecuencia sería un fracaso como emprendedora. He conocido muchas personas que me han querido “evangelizar” al decirme que tengo que ser más organizada, he leído artículos sobre las 10 cosas que hacen las personas exitosas (de las cuales hago 1) y he intentado empezar una tarea con anticipación, pero siempre llegando a un rotundo fracaso. Soy una persona que deja las cosas al último momento y hasta hace muy poco pensé que ese era uno de mis más grandes defectos. Ayer me encontraba buscando ideas para mis siguientes artículos y como muchas veces, terminé en un espiral de varias horas viendo videos en Youtube, hasta que encontré la Ted Talk de Adam Grant “The surprising habits of original thinkers” y me sentí inmediatamente identificada. Adam Grant habla de un grupo de personas que describe como Los Originales, que son aquellas personas que tienen nuevas ideas y hacen algo para que esas ideas se hagan realidad. Los Originales tienen tres características importantes: (1) aplazan las cosas, (2) tienen miedos y dudas y (3) tienen malas ideas. Cuando piensas en alguien que tiene estas características piensas en alguien que está sentado en el sofá, vestido con unos pants grises, viendo la tele con manchas color cheeto en la cara y manos; pero no es así en todos los casos. Los originales son personas que a pesar de que todas las apuestas puedan ir en su contra, de que tengan un plan B para cada plan A y que tengan ideas poco novedosas, son personas que se atreven a hacer que las cosas sucedan. Se pueden tardar más del tiempo normal para realizar una tarea fácil, pero al concluirla tendrán una obra maestra llena de creatividad y (valga la redundancia) originalidad. Después de haber escuchado la plática, entré un modo reflexivo y no por pensar en mí misma como una original (o pensar que entro en la misma categoría que Thomas Alba Edison), sino porque entendí que está bien aplazar las cosas y dejarlas al último momento. Está bien no conformarte con hacer una actividad que te han dejado en el trabajo sólo por hacerla, pensar fuera de la caja para que el proceso y su resultado sean más divertidos. Entendí que está bien intentar y fallar, para volver a intentarlo miles de veces más hasta encontrar la manera en la que funciona y llegar a nuestro momento de iluminación. No importa en dónde trabajes, a qué te dediques o cuánto tiempo le dediques, tener las características de un original no te hace alguien que no debe de ser considerado para un trabajo o ser catalogado como alguien que no va a llegar muy lejos, al contrario, gracias a eso es por lo que llegarás más lejos que las personas que no creen en ti. Para obtener resultados diferentes, necesitamos hacer las cosas diferentes; así que recuerda que ser de los que aplazan las tareas para incrementar su creatividad y tener un mejor resultado, deja atrás el miedo a intentar por-que sabes que después de muchas malas ideas llegará una buena y abraza el miedo de fallar para seguir buscando tu propio éxito. Y para todos aquellos que han intentado (y fallado) en hacerme cambiar mi manera de trabajar, ¡gracias! porque por ustedes me di cuenta que no entrar en el estatus quo es mucho más divertido.
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