Existen algunos modelos o patrones mentales que definen las actuaciones de las personas, un ejemplo muy práctico que se ha venido a más cada día con los millennials es el de la vida sana, comer equilibrado, hacer deporte y cuidarse en general, sin embargo, este patrón mental en la Edad Media no era igual, en aquellos tiempos consideraban el sobrepeso y la obesidad como símbolos de riqueza y prosperidad. Esos modelos o patrones mentales son mejor conocidos como paradigmas. Los esquemas mentales no son ni positivos ni negativos, debemos saber utilizarlos de manera adecuada en las organizaciones y en la vida diaria e incluso modificarlos cuando son nocivos para nuestro vivir. Uno de los mayores ejemplos de paradigmas en las empresas está en la percepción del trabajo, a su vez esta percepción es la que separa a las empresas entre excelentes y normales, tener que trabajar y tener pasión por el trabajo, la diferencia es muy básica y tiene que ver con las ganas que se le pone al trabajo diario, alguien que tiene que trabajar no aporta más allá que para lo que le contrataron y de lo que devenga como sueldo, mientras que alguien que ama lo que hace no se limita, sus aportes son más allá de lo que está en el manual. Las empresas que viven con pasión, fácilmente hacen la diferencia con sus competidores y encuentran resultados superiores a los esperados, esto hace que su crecimiento sea ilimitado. Lograr que una empresa cambie sus paradigmas no es fácil, debemos tener en cuenta su cultura y la suma de culturas individuales que la conforman, por eso es fundamental el apoyo de psicólogos organizacionales que aporten a ese cambio esperado en las personas y en la organización.
Cambiar por cambiar solo hace errores más grandes, cambiar con un objetivo claro corresponde a la mitad del camino para alcanzar el éxito.
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