Si no hay historia que contar, no hay pieza que configurar… El conflicto es un problema que se presenta para buscarle una solución. El problema, entonces, tiene sus propias características y tiene su propio proceso para que lo podamos resolver como creativos, estrategas o diseñadores. El conflicto generalmente es una historia que tenemos que contar, se vuelve un argumento para insertarlo en la sociedad. Este puede ser la función de un espacio, la función de un objeto, no importa. Lo importante es que esa historia o ese argumento sea coherente con lo que estamos construyendo, es decir, tenemos que objetivar el conflicto para transformarlo en nuestra pieza de diseño. Digamos que nuestro trabajo es lograr que la historia (del cliente) busque su propia narrativa, para que pueda ser leída o interpretada por su audiencia. Si no hay historia que entreteja nuestro diseño, si no tenemos argumento que le dé sentido, simplemente no tenemos objeto y no tenemos nada con qué identificar a la audiencia. Por eso tenemos que empezar por construir esa historia que refleje al cliente y a su target. Ahora bien, ¿qué hay detrás del conflicto? Detrás del conflicto, existe el caos. Existe la complejidad. Y esa complejidad es la que nos lanza a buscar alternativas y soluciones para dirigirlas hacia el orden (argumento) que necesitamos. A su vez, detrás del conflicto también está la sustancia del diseño, esa sustancia que nos permite sustraer los conceptos para transformarlos en un objeto que funcione, o un mensaje que comunique eficazmente, o en un espacio que pueda utilizarse en un entorno específico. Es decir, básicamente lo que hay detrás del conflicto, es una perspectiva que tenemos que ir dirigiendo y enfocando hacia el centro de nuestra meta. Hasta aquí, es fácil darnos cuenta que una manera eficiente de identificar a los individuos es generando empatía y contando historias, historias que para nosotros los creativos proyecten motivos sólidos para que la audiencia adopte nuestros objetos de diseño. Y aquí volvemos al principio: sin historia, sin empatía, sin conflicto, es muy difícil (o casi imposible) que exista el diseño.. no podríamos generar una cultura visual o material. Y sería más difícil aunque estemos posicionados en la mente del público. Me despido, soy Erika, ustedes ¿qué opinan? ¡Hasta la próxima! Imagen cortesía Shutterstock
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