En las agencias y la publicidad en general, se ha ido marcando y generalizando la idea (y el hecho) de que la publicidad en México es falta de carácter e identidad. Lo cierto es que mucho tiene que ver con nosotros, conmigo, contigo, el cliente, la sociedad… con todos. ¿Cómo pretendemos lograr que el target se atreva a probar, descubrir, comprar, explorar o cualquier call to action que le propongamos, cuando nosotros no sabemos de sedición y valor? Una mentalidad cerrada y limitada es lo primero que nos pone una barrera. Es momento de crear una consciencia provocativa en la que todos los involucrados (marcas y agencias) generen una reacción que desencadene otra y otra. Así, a ver qué pasa. Todos hemos intentado, querido e incluso desarrollado ideas que simple y sencillamente no funcionan. Están adelantadas a su época, suenan mejor en la cabeza, dan miedo, están muy locas, son de segunda vuelta o al cliente le darían un infarto. Lo único que me hacen pensar es una palabra: cobardía. Se dice que de los errores se aprende y que para llegar a la perfección, hay que practicar una y otra vez, entonces, ¿por qué no practicamos la buena publicidad? ¿por qué no intentamos hacer de la publicidad mexicana un referente? Quizá algunas ideas creativas, atrevidas, diferentes, ideas que asusten, podrían ayudar. La minifalda, la bombilla o los besotes de Obama y Chávez generaron una ola de sorpresa aberrante que al final, terminó por ser galardonada con memorabilidad y referencia que sigue en uso. Entonces, ¿por qué no volvernos locos y proponer cosas atrevidas?, ¿Qué pasaría si pusiéramos a la virgen haciendo algo indecoroso?, (ah, claro… no nos queremos ir al infierno). ¿Por qué no darle la vuelta al Alzheimer con unas viejitas intensas que roban un banco?, (ah, claro, no hay que jugar con esas cosas y burlarnos, ¡insensibles!). El target, ese famoso efímero que hay que controlar y darle lo que pide a cada rato o nos abandona y traiciona. El cliente; el César del siglo XXI que da pan y circo al pueblo, no se vaya a mover el statu quo. Bueno, pues entonces, nos quedamos con las ideas de Alzheimer donde todo se borra, se esfuma o está incompleto. ¿Cómo generar una cultura publicitaria más abierta?, ¿Dónde se compran el valor y la rebeldía?. Me pregunto qué hubiera pasado si Aristarco de Samos no hubiera propuesto el modelo heliocéntrico del sistema solar y Copérnico no le hubiera dado el seguimiento que hizo que se abriera la posibilidad de que la tierra no era el centro del universo, o si Galileo (que en contra de la iglesia y con sus huevos convicciones firmes) no hubiera logrado lo inimaginable. ¿Y si el target o el cliente no son el centro de la publicidad? ¿Y si hemos hecho seguimos haciendo todo mal? ¿Dónde estás Galileo? ¿Dónde estás? Imagen cortesía de iStock
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