Ser becario es algo inherente a toda carrera universitaria, y se podría decir que casi a cualquier tipo de formación. Para cualquier puesto como trabajador, se requiere experiencia, y para adquirirla, es necesario trabajar como becarios cierto tiempo. Este periodo puede ser más o menos extenso, teniendo esto a menudo que ver con el tipo de carrera del que estemos hablando. Si os dais cuenta, los estudiantes de medicina por ejemplo, como norma general, pasan su periodo de residencia en el hospital al que los destinen, para posteriormente incorporarse como profesionales de la plantilla al mismo o a otro hospital diferente. Sin embargo, los estudiantes de Publicidad o de cualquier rama de la Comunicación, vagamos de una agencia o empresa a otra, en las que pasamos un largo periodo siendo recibidos únicamente como becarios, ya que al parecer, en nuestras primeras, segundas, o incluso terceras prácticas no hemos adquirido la suficiente experiencia para poder ejercer como profesionales del sector. En publicidad, este periodo puede encantarte o acabar desquiciándote y haciéndote perder toda esperanza e ilusión, por ello es importante que hablemos de cómo afrontarlo de la manera más calmada y positiva posible. En primer lugar, algo que considero muy importante es buscar una agencia o empresa que te apasione. Vas a pasar allí una gran parte de tu tiempo libre y probablemente cobrarás poco o nada, por lo que si no estás en un sitio que te despierte interés y te atraiga por alguna razón, sea la que sea, es probable que te canses muy rápido de esta situación y que el periodo que allí pases sea tedioso. Intenta sacarle el máximo partido a tus prácticas. Supuestamente, la finalidad de éstas es formarte en la experiencia. En las aulas nos dan la base teórica (aunque como ya hemos dicho otras ocasiones, también se realicen trabajos muy reales), y los periodos en empresa o agencia deben de servirte para darte cuenta de cómo es tu profesión en el mundo real. Así que, preocúpate de exprimirlas al máximo. Son muchas las veces en las que no nos lo ponen fácil, ya sea porque hemos postulado a unas prácticas como estudiantes de publicidad y hemos acabado haciendo cafés y fotocopias, o porque la persona que nos tutorice nos encargue tareas simples y que ya sabemos hacer, que no nos aportan nada, pero que a esa persona le quitan un volumen de trabajo considerable que le permite centrarse en otros asuntos. Bien, como dice el refrán, “nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco que fuera imposible”, así que persigue tus sueños, seguro que corren menos que tu pasión y tus ganas locas de comerte el mundo. Si te quedas sentado en tu silla haciendo aquello que ya sabes hacer, ¿qué te va a aportar a ti ese periodo? Intenta crecer como persona y como profesional, empápate sobre cómo se trabaja y cómo se hacen las cosas realmente (en la universidad probablemente te habrán contado como son las cosas en una agencia ideal, y de esas hay muy pocas), acepta las críticas y aprende de ellas, ya que el ser humano, de los errores aprende. Trabaja duro, pero también y si es posible, genera un ambiente cordial con tus compañeros. Siempre he pensado que uno trabaja más a gusto, y por tanto es más productivo, cuando está feliz y se siente cómodo. Evidentemente no se trata de hacer amigos, pero si de integrarte en las conversaciones que te lo permitan, asistir a los actos a los que se te invite, y, en definitiva, integrarte en la medida que las circunstancias lo permitan a la vida diaria en la oficina. Seguro que si hay algún tímido en la sala piensa que esto es imposible para él, pero ya le digo yo que no. El otro día me sorprendí a mi misma cuando, contando lo cómoda que estaba en mis nuevas prácticas y lo integrada que me sentía, dije que realmente no lo entendía, ya que yo soy muy tímida. Me di cuenta de que era cierto, yo antes era extremadamente tímida, pero ahora ya no lo soy. Por alguna razón y con el paso de los años, la timidez me ha abandonado y yo ni me había enterado. Tantos años excusándome en el “yo es que soy muy tímida” y, de pronto, ya no podría volver a pronunciar esas palabras sin sentirme culpable por llevarme el Premio del Año a la Mayor Mentira. Creo que dedicarme a la comunicación a tenido algo que ver, y es que me he dado cuenta de que un buen publicitario o comunicólogo de la disciplina que sea, no puede ser tímido. Como dicen, “el que tiene vergüenza, ni come ni almuerza”, y más aún en el mundo de la comunicación. La timidez me lleva al siguiente punto que considero clave: cree en tus ideas y cuéntalas con pasión. A menudo nuestra inseguridad nos juega malas pasadas haciéndonos creer que si decimos que nuestra idea no es demasiado buena o algún comentario similar, no pareceremos unos sabelotodo y nuestras ideas serán valoradas mejor y más piadosamente. Si algo he aprendido en mis prácticas actuales, y os aseguro que ha sido mucho, es que cuando le vas a contar tu idea a alguien, probablemente al director creativo, le tienes que decir algo similar a “le haré una oferta que no podrá rechazar”. Esto es así, y te lo dice alguien que siempre empezaba a contar sus ideas con un “no sé si es muy buena idea” o “a lo mejor es un poco locura” y ayer empezó con un “¿te viene bien que te contemos los fantásticos nombres que hemos pensado?”. Te lo aseguro: si te empeñas, tu discurso puede dar un giro radical en unas semanas. Como siempre os recomiendo, sed curiosos. Como ya os he dicho, seguramente lo que se os avecina sea muy diferente a lo que os habíais imaginado, y cuando algo no encaja en las expectativas que teníamos establecidas, es normal que nos surjan dudas y que queramos saber más. Hay que saber cuándo y cómo preguntar las cosas, pero nunca os quedéis con la duda por miedo a que lo que preguntéis parezca una estupidez. Por último, disfruta y sé feliz. No hay mejor clave que esta. Como dicen, “sarna con gusto no pica”, así que como probablemente algún que otro día te toque quedarte hasta tarde y tendrás que dar lo mejor de ti para estar a la altura de las circunstancias que se te presenten, cuanto antes aprendas a disfrutar de todo ello, más fácil y divertido será. Imagen cortesía de iStock
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