Cuando se decide estudiar alguna carrera nos vemos motivados a hacerlo por nuestro gusto o afinidad a ciertas áreas. La mayoría de las veces iniciamos con la percepción de cómo será para percatarnos durante el trayecto que es muy diferente a lo que creíamos. Durante esta andanza universitaria vamos cambiando por las experiencias, aprendizajes, tropezones, regaños y diversos factores que nos forjan a darnos cuenta lo equivocados que estábamos. A lo largo de mis años como docente en las carreras de Comunicación y Publicidad he conocido todo tipo de estudiantes, logrando con ello identificar personalidades y características homogéneas pudiendo así ser clasificados en grupos específicos: El Entusiasta. Están presentes en todas las carreras durante el nuevo ingreso. Se sentarán lo más cercano al profesor, serán participativos, entregarán antes de tiempo los trabajos y asistirán a todas las clases. Por supuesto a lo largo de la carrera los “entusiastas” se van diluyendo, quedando uno o dos por generación. El RBD. Desde el primer día de clases se les ubica. Asisten a la universidad como una pasarela del Fashion Fest. Al preguntarles por qué estudian comunicación dirán que quieren ser actores o “estar en los medios”. Son de los primeros en decepcionarse de la carrera al conocer de Sartori o McLuhan. El Camarada Revolucionario. Su estandarte es el “Che” Guevara o Zapata. Se les verá con un viejo libro de páginas amarillas y portada carcomida relacionado al socialismo o los sucesos del 68. En su platicar siempre existirán palabras como represión, paramilitar o lucha. Estudian comunicación como un medio para debatir o profundizar en los temas sociales. El Social Media. Si se quiere conocer de su vida universitaria solamente es echar un vistazo a sus redes sociales. Postean el momento en que están en la cafetería, suben una foto durante la clase, realizan un vine de su práctica de fotografía, etc. Todo momento es propicio para subir contenido a las redes y recibir likes o retweets. El Steve Jobs. Su vida gira en torno a la empresa de la manzana. Por supuesto sus trabajos serán realizados en la Macbook que cargan todo el tiempo, sus presentaciones son en keynote y cualquier indicio de Windows en el equipo de edición del campus será una completa ofensa a su existencia. El YOLO. El propósito de su vida universitaria es aprovechar la experiencia como si no hubiera un mañana. Conocerán de todo, probarán de todo y vivirán al límite. Cada fin de semana estarán en una fiesta, evento o antro. Asistirán a cada viaje o congreso. Sus relaciones serán tan efímeras como sus buenas calificaciones. El Cuarón. Su máxima es el CUEC, sin embargo no lograron ingresar y se encuentran estudiando Ciencias de la Comunicación porque “lleva algo de cine”. Sea Kiéslowski o Eugenio Derbez, toda película será analizada. Verán el mundo a través de encuadres y paneos. La bufanda en frío o calor junto al café de $80 pesos será elementos indispensables de existencia. El Hare Krishna. Por si mismos se sentirán superiores pues pocas personas pueden comprender la vida como lo hacen ellos. Son filósofos de corazón que no tuvieron otra opción, orillados por sus papás, que estudiar algo “más para el mundo real”. Son veggies, ecofriendly y constantemente buscarán alguna causa para ayudar, generalmente relacionada con animales. El Soberbio. El soberbio cree que todo lo sabe ya no hay nada que enseñarle porque ya todo lo sabe. Cuestionan absolutamente todo. Por supuesto siempre buscan que las cosas sean como ellos dictaminen. Tendrán serios conflictos si conviven con otros soberbios. Muchas veces prefieres trabajar por su cuenta. El safe. Se desconoce como logran llegar a más de tres semestres. Para ellos un seis les sabe a nueve. Son entes que flotan en las clases. No participan, apenas si hacen tareas y en los trabajos en equipo se cuelgan de los demás. El Godínez. Ya sea porque se pagan la carrera o por alguna otra situación, el estudiante que trabaja siempre se moverá entre ambos mundos. Se pasan la vida pidiendo permisos pues deben salir antes o faltar por juntas, proyectos o convenciones. Se duermen en clase pues entre ambas cosas sus jornadas son de 18 hrs. Si bien es cierto que “a la universidad se va a estudiar lo que queremos”, la experiencia no se queda ahí; involucra también expandir los horizontes culturales, conocer gente, desarrollar nuevas habilidades y conocer otros terrenos del conocimiento no necesariamente académicos. Iniciaremos con una idea de la carrera y de la vida que con el tiempo se modificará tanto en el intelecto como en el espíritu y la creatividad.
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