Ya no hay magnates como los de antes. Y ninguno tan excentrico, carismático, y misterioso como Howard Hughes, sobre el que han corrido y corren aún ríos de tinta y celuloide. Nacido en 1905, Hughes fue durante su vida muchas cosas. Billonario, empresario, piloto, ingeniero, productor y director de cine, y otras muchas cosas que aún se nos mantienen ocultas para el público. Playboy que salió con decenas de actrices del Hollywood clásico como Katharine Hepburn, Ava Gradner, Bette Davis, Jean Harlow, Lana Turner, Ava Gardner o Rita Hayworth. Un enigmático personaje al que se le reconoce sus aportaciones a la industria aeronautica, como sus innovaciones en el diseño de aeronaves. Fue piloto y diseñador de aviones y con el tiempo se convirtió en el propietario de la TWA. En 1938 se convirtió en un héroe nacional con un vuelo alrededor del mundo en cuatro días. Sus principal bestia negra fue el prolongado pleito contra la Pan Am, al que se oponía alegando monopolio de los vuelos trasatlánticos, lo que le valió una batalla económica, política, y mediática que duró varios años y de la que la prensa de la época dio buena cuenta, y que finalizó con una legislación favorable al propio Hughes, permitiendo operar libremente a su propia compañía aérea, la TWA. Un genio para muchos, polémico por sus excentricidades, que fueron motivadas por sufrir un trastorno obsesivo compulsivo que le hizo obsesionarse con los gérmenes y lo mantuvo las últimas décadas de su vida en reclusión en las suites de los hoteles. Aunque vivió en su propia casa de California durante unos cuantos años, se dio cuenta de que podía vivir en hoteles, para no tener que declarar al fisco por su residencia. Poco después, la ley cambió, por lo que cualquier persona que estuviera al menos 180 días residiendo en un estado cualquiera, debía pagar impuestos por ello. Entonces, Hughes decidió ir cambiando de hotel y de estado. Y de la misma forma que no quería pagar impuestos, a menudo derrochaba el dinero en proyectos que no le reportaban absolutamente nada. Hughes se rodeó de un grupo de asistentes mormones de confianza que se encargaban de cumplir sus órdenes y de mantenerle aislado. Murió aislado en el año 1976, obsesionado por la limpieza y considerado excéntrico por sus biógrafos. En sus últimos años, Hughes llegó a recluirse por completo, se encerró en cuartos oscurecidos, inducido por el uso de medicamentos y drogas. Vivía rodeado de un ejército de médicos que cobraran suculentos honorarios, pero que rara vez lo veían y a los que no les hacía caso. Una leyenda americana de la que todavía se habla y escribe, apareciendo de vez en cuando como personaje recurrente en novelas de James Ellroy, y le persona real en la que se basa el personaje Tony Stark/Iron man. Howard Hughes representa la época más opulenta, en lo económico y lo creativo, de la historia de Estados Unidos, y del mundo, por extensión.
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