La semana pasada escribí sobre los primeros cinco discos de Peter Gabriel, destacando el significativo diseño de sus tapas. Mencioné en esa nota que Gabriel acababa de dejar la banda Genesis, luego de la presentación del disco “The lamb lies down on Broadway”, y recordé que antes había escrito un largo artículo sobre ese álbum. Este es el artículo Durante la segunda mitad de los años 60, todos los 70 y parte de los 80, aparecieron numerosos discos de rock que encajaban en las categorías de “álbumes conceptuales” o, en algunos casos, “óperas rock”. Son rubros diferentes: el disco conceptual desarrolla un tema único sin que por eso esté contando una historia ni incluya personajes; es el caso de “Dark side of the moon”, de Pink Floyd, o “Tales from topographic oceans”, de Yes. En las llamadas óperas rock se cuenta una historia y, tal como en la ópera original, hay partes cantadas por los diferentes personajes; el ejemplo más conocido es “Tommy”, de los Who, pero además están “Arthur”, de los Kinks, “Quadrophenia”, también de los Who, y “The Wall”, que se considera como perteneciente a esta categoría. Un ejemplo más actual es “American Idiot”, de Green Day. (Aclaración necesaria: no todos están de acuerdo en esta división entre álbumes conceptuales y óperas rock, pero a mí me parece bastante razonable.) Todas estas obras son muy conocidas, no solo por sus innegables virtudes sino además, y sobre todo, porque han tenido varias encarnaciones más allá de los discos originales: películas, musicales, representaciones teatrales y giras, recientes o no, especialmente dedicadas a tocarlas en vivo. No es el caso de “The lamb lies down on Broadway”, la enorme creación de Genesis de cuya aparición se cumplen 40 años en noviembre. “The lamb…” es solamente el disco, y lo demás es silencio (de allí el ingenioso título de esta nota). No hay película, no hay musical, no hay gira actual en la que se interprete toda la obra. Hubo una gira presentación en su momento y hay un disco grabado en vivo, pero ni siquiera está completo. Y no hay filmaciones de aquellos recitales, salvo algunas canciones sueltas registradas con una pobrísima calidad de imagen. Una edición de “The lamb…” en DVD, que salió en 2008, incluyó una especie de reconstrucción visual del concierto, con los slides originales que la banda usaba en el show, filmaciones piratas y fotografías. La versión en vivo, que apareció en la caja “Genesis Archives 1967-75”, que salió en 1998, está casi completa excepto por la canción final, “It”, que es una versión de estudio remixada con la voz de Peter Gabriel regrabada. Aunque no sea tan famosa ni goce del reconocimiento con que cuentan otros discos de la época, “The lamb lies down on Broadway” es una obra esencial del llamado rock progresivo y del rock en general. Editado como álbum doble, cuenta la historia de un delincuente juvenil de origen portorriqueño llamado Rael (obvio anagrama de “real”; además suena bastante parecido al apellido del cantante, Gabriel) que vive en Nueva York y que es arrastrado al mundo subterráneo de la ciudad, donde se enfrenta con una serie de peligros, criaturas extrañas, pesadillas y epifanías para rescatar a su hermano John. Eso es, al menos, lo que cree Rael. Pero cuando encuentra a su hermano, descubre que este tiene su mismo rostro; es él mismo, en definitiva. Una de las interpretaciones de la historia es que Rael está buscando una parte de sí mismo. El baterista Phil Collins declaró alguna vez que el concepto del álbum era la múltiple personalidad. El sonido general del disco parece confirmarlo: canciones violentas (“Back in NYC”, “In the cage”, “Fly on a windshield”) se alternan con melodías dulces y bellísimas (“The carpet crawlers”, “The Lamia”, “Hairless heart”). El disco marcó una gran diferencia con lo que Genesis venía haciendo, y sería la última creación de la formación clásica y más celebrada de la banda: Peter Gabriel en voz, Tony Banks en teclados, Steve Hackett en guitarras, Mike Rutherford en bajo y Collins en batería y coros. Su álbum anterior había sido el maravilloso “Selling England by the pound”; el grupo se juntó en la casa Headley Grange, famosamente usada por Led Zeppelin, entre otras bandas, para escribir y grabar el próximo. Todos estaban de acuerdo en que sería un disco conceptual, pero Gabriel no asistió a las sesiones de composición y ensayos porque su esposa estaba teniendo problemas con su embarazo. Casi toda la música fue escrita por Banks, Collins y Rutherford, más algunas contribuciones de Hackett, cuya presencia en el álbum es mucho menor que en discos anteriores. Gabriel insistió en escribir él solo la historia y las letras, lo que causó fricciones con sus compañeros, sobre todo porque Rutherford quería basar la obra en “El Principito”, el libro de Saint-Exupéry. Al final se pusieron más o menos de acuerdo: Gabriel escribió el relato que aparece en la tapa del disco, y gran parte de las letras para las composiciones de sus compañeros, como “The Lamia”, de Banks, o “Here comes the supernatural anaesthetist”, de Hackett. Y los otros contribuyeron con algunas letras cuando a Gabriel no se le ocurría nada, como en el caso de “The light dies down on Broadway”. Algunas canciones salieron de antiguos y nunca usados temas de la banda en 1969 (“Anyway”, “Lilywhite Lilith”). Cuando ya estaban en la etapa de preproducción de la obra, Gabriel se las volvió a tomar. Esta vez para reunirse con el director William Friedkin (“Contacto en Francia”, “El Exorcista”), quien había leído la historia escrita por Gabriel que salió en la contratapa del álbum “Genesis Live” y quería colaborar con el cantante. Pese a la resistencia de sus compañeros, Gabriel se fue para trabajar en un guion, pero la asociación con Friedkin nunca se concretó; el cantante consideró la posibilidad de hacerla con el chileno Alejandro Jodorowsky, cuya película “El Topo” le encantaba, pero esto también quedó en la nada. La elección de Rael como protagonista de la historia es una de las grandes diferencias con la obra anterior de Genesis. Gabriel afirmó que en aquel entonces, 1974, ya se sentía la inminente llegada del punk y de la música disco, y que los tiempos de narrar leyendas mitológicas o pastorales estaban tocando a su fin. Él quería contar una historia sobre una persona extremadamente alienada por el ambiente urbano; según el cantante, “a Rael jamás le hubiera gustado Genesis”. De todos modos, esas leyendas mitológicas también están presentes en esta narración (Lamia, los Slippermen) aunque siempre como parte de la historia de Rael. La otra gran diferencia con los discos previos es que aquí las canciones son más simples, muchas de ellas con la clásica estructura estrofa-estribillo-estrofa. Pese a la opinión de varios, para quienes todo lo hecho en este álbum es inédito en la obra de Genesis, la banda ya había editado canciones bastante duras (“The knife”, “Get’ em out by Friday”, ciertas secciones de “Supper’s ready”) pero esa potencia está usada aquí con más frecuencia y sentido. Lo que sí repite el grupo es su marca registrada de pasajes ambientales y experimentales, en general usados como transición entre dos escenas de la historia. Es célebre la colaboración de Brian Eno en estos interludios, aunque Tony Banks se encargó, años después, de minimizar su participación limitándola a un par de piezas (“The waiting room”, “Ravine”). Con la edición del disco, la banda se embarcó en una gira mundial; Gabriel insistió en que debían tocar “The lamb…” completo y dejar sus hits anteriores para los bises. Muchos fans se sintieron desilusionados ante esta estrategia, ya que el álbum era tan reciente que varios de ellos aún no lo habían escuchado. De todos modos, el grupo siguió adelante con la idea e interpretó la obra completa en vivo 102 veces. A poco de empezar, Gabriel anunció que dejaría la banda al finalizar la gira. La separación fue amigable –o al menos más amigable que en otros grupos– y la salida del cantante recién se comunicó en agosto de 1975 (la gira había terminado en mayo). Durante el show, Gabriel dio rienda suelta a su pasión por el teatro y los disfraces, que en principio había usado para vencer su timidez a cantar en público. En la primera mitad del recital aparecía con una remera, jeans y campera de cuero, casi un uniforme punk. Para la segunda mitad, su aspecto era mucho más elaborado: trajes fosforescentes, otros que eran raras estructuras cónicas, un monstruo bulboso con genitales inflables (!). La canción final, “It”, era cantada por Gabriel junto a un maniquí tan idéntico a él que no se sabía cuál era el verdadero: el real, Rael. Todo el show era acompañado por una serie de slides con escenas de la historia; según Banks, no hubo un solo recital en el que estos slides hayan funcionado correctamente. El histrionismo del cantante generó celos en sus compañeros, quienes pensaban que se estaban convirtiendo en un mero grupo de acompañamiento. Cuando la gira terminó y Gabriel concretó su partida, ellos consideraron disolver Genesis pero finalmente decidieron seguir adelante con Phil Collins como cantante, y editaron el excelente álbum “A trick of the tail”. Muchos sugieren que una de las mejores canciones del disco, “Squonk”, no habría sido posible sin el antecedente de “The lamb…”. Personalmente, no estoy tan seguro: tampoco es que “Squonk” parezca un tema de los Sex Pistols. A lo largo de los años hubo varios intentos de reunir a la banda para una gira basada en “The lamb…”. En las sucesivas giras de la banda como trío (sin Gabriel y sin Hackett, que se fue en 1977) Genesis tocaba algunos temas de la obra: “The carpet crawlers”, “In the cage”, en general como parte de un medley de clásicos. Para el disco de grandes éxitos “Turn It On: The Hits”, de 1999, los cinco miembros originales grabaron una nueva versión de “The carpet crawlers”, en la que Gabriel y Collins se alternan en la voz principal, y en la que, por alguna razón, se omite la última estrofa. En 2004, en coincidencia con el 30º aniversario del álbum, los cinco miembros se juntaron para discutir una gira mundial, pero Gabriel tenía compromisos solistas y la idea no prosperó. En un hermoso artículo publicado en The New Yorker, el escritor Jon Michaud afirma que, pese a que algunas radios de clásicos pasan de vez en cuando canciones del disco, “The lamb…” es obstinadamente un álbum y no una colección de canciones. Su integridad se ve sostenida por su relativa oscuridad y falta de “hits” o películas de sus recitales. Michaud sostiene que, ya desde su aparición, hay solo una manera de experimentar “The lamb lies down on Broadway”: cerrar la puerta, ponerse los auriculares, y darle Play. Los invito a hacerlo.
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