Cada que llega un nuevo director, pareciera que tenemos que empezar de cero. Todos saben que vendrán con su gente, hay que esperar a conocer cuáles serán las nuevas reglas, tratar de adaptarse a una nueva forma de trabajo… y todo con la promesa de “ahora sí vamos a ser los mejores”.
Pongo entre comillas esta frase, porque lo que en realidad significa es “Hoy no son los mejores” lo que entre líneas se puede entender como “eran una bola de perdedores y conmigo saldrán del profundo barranco a donde los llevó el antiguo director”.
Es perfectamente claro que cualquier cambio se hace con la expectativa de mejorar. Cuando tomamos una posición directiva tenemos la idea de hacer que los procesos funcionen y sobre todo que se den los resultados, pero siempre seremos comparados con la dirección anterior, y nada más incómodo que ser comparado. Lo que normalmente sucede ante este fenómeno es que intentan acabar con la historia, satanizan el pasado para engrandecer el presente… no hay nada más estúpido.
En el mundo de la publicidad hay muy poca preparación en general. Los puestos se van escalando por tiempo, amistad o por premios, pero dirigir requiere de aptitudes muy diferentes. Cuando uno dirige un negocio (de cualquier sector) debe pensar en función de la empresa, por lo tanto una de las cosas más importantes es conocer la historia para no repetirla. Lo primero que debe hacer un director es un profundo análisis de lo que se hizo bien y lo que se hizo mal, tomar como base lo bien hecho, dar solución a lo que se hizo mal y comenzar un proceso de cambio que ayude a “seguir” desarrollando la empresa. Asumir un puesto no es símbolo de demostrar que eres mejor que el anterior, tomar un nuevo puesto nos obliga a “continuar” con el crecimiento.
A nivel macro, cada seis años, vemos en el país un deseo insaciable por demostrar que lo hecho en el sexenio pasado no sirve da nada y que tenemos que “volver a empezar”.
El medio publicitario es una lucha interminable de egos, eso nos hará mucho más lento el crecimiento, eso provoca que las nuevas generaciones sigan tomando como ley estos vicios. Mientras sigamos pensando de forma individualista, mientras no entendamos que para crecer primero debe crecer la empresa, nada va a cambiar y seguirán siendo una bola de quejosos, criticones, ególatras sin ninguna posibilidad de crecimiento.
Si hay algo que no entendieron… “Vuelvan a empezar”, si aún después de eso quieren alguna aclaración, aquí me encuentran: miguel@convey.com.mx
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