Hace unas semanas, me dieron la oportunidad de escribir para una revista reconocida de mi ciudad. ¡Ni te imaginas mi emoción! Estaba feliz, superemocionada de que me hayan tomado en cuenta para formar parte de la próxima edición. En la reunión, me dijeron el tema sobre el que debía hablar, el tiempo de entrega y las pautas para la redacción.
Una vez que terminé de saltar, puse manos a la obra. Hice lo que siempre hago para escribir, exactamente los mismos pasos. ¿El resultado? Pues lo odié. No me gustaba para nada lo que había hecho. Opté por enseñárselo a mi novio y a él tampoco le gustó (eso fue peor). Ya para ese momento debía hacer la primera entrega, por lo que tuve que enviarlo así.
A los días, me lo regresaron con algunos comentarios.
La verdad es que no eran tantos, pero noté que a ellos tampoco les había encantado. Así que me senté, apliqué los cambios sugeridos y los no sugeridos también, pero seguía sin gustarme. Lo cambié millones de veces. Lo dejé descansar, lo retomé. Lo volví a escribir… nada. No lo lograba.
Después de varias modificaciones, llegué a un boceto final. Yo lo veía bien pero no era nada que me encantara. Así que decidí buscar la opinión de otras personas.
Mis padres, ambos me dijeron que estaba bien.
Mi hermano también me dijo que estaba bien.
Mi novio me dijo que estaba chévere (o sea, bien)
“Bien” pasó a ser parte de mi lista de palabras odiadas. Para mí, esa calificación no me decía nada, por lo que acto seguido se lo envié a una amiga que es editora de contenido, una de las mejores en su área. Adivina su respuesta, sí, me dijo que estaba bieeen.
¡¿Qué?! ¿Bieeen? Exploté.
Me confesé con ella y le dije que lo odiaba, que no me gustaba, le mostré las distintas versiones que tenía y que nada terminaba por convencerme. Sentía que realmente no era buena para esto. Que quizás no era lo mío. Que quizás estaba tratando de entrar a un mundo que realmente no dominaba y eso, para mí, se traduce a frustración. #ElDrama
Entonces, ella, tan filosófica como siempre, me dijo: Macsy, cálmate, esas son las inseguridades del escritor. Todos pasamos por ahí.
Este era un proyecto que me emocionaba mucho, quería dar lo mejor de mí y lo hice. Te aseguro que le puse muchísimo amor; pero, el miedo estaba nublando mi vista a la realidad, al punto de pensar que no era lo suficientemente buena para esto. ¡Y sí lo soy! Solo necesitaba identificar la emoción que tenía. Así que, una vez apartados esos horribles pensamientos, comencé a verlo todo mucho más objetivo.
Te cuento que la revista lo aprobó, incluso quedaron encantados con lo que hice. Así que para la próxima edición, mi nombre y mi artículo bien estarán presentes.
Si pasas por una situación similar, puedes hacer lo siguiente:
- Eres bueno, eres bueno, eres bueno. Repítelo 3 veces mirándote al espejo.
- Expresa lo que sientes.
- Aprende a identificar tus emociones
- El miedo no debe ser quien guíe tus decisiones
- Atrévete a hacer las cosas y ¡envía tu artículo! Quizá ese bien es el inicio de un camino divertido, lleno de muchísimo aprendizaje y que te llevarán a ese Woo que tanto deseas. Bueno, al menos eso es lo que creo.
A mí me sirvió y de corazón espero que a ti también.
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