«El jefe seguro que gana una millonada», «deja la millonada, hace lo que quiere cuando quiere», «va a las mejores fiestas, restaurantes y comidas», «su trabajo sólo es sonreír y hacer amigos», «vive a cuesta del trabajo de sus empleados», «no tiene problemas económicos ni de ningún tipo», «se la pasa en el club», «ni siquiera es creativo», «lo que él hace lo hace cualquiera», «yo puedo hacerlo mejor que él»…
Quienes trabajan en una agencia y en el fondo de su ser tienen la inquietud de ser independientes, no tardan en tener estos pensamientos o semejantes, los cuales no son malos, sólo requieren verse con otra perspectiva. En contraste, nosotros como agentes experimentados tenemos la obligación de orientarlos y de no sentir celo profesional, ellos como novatos debieran escuchar y aprender. Sin embargo, ni uno ni otro hace las cosas de esa manera.
Los independistas son así, su naturaleza les grita que ellos deben estar al frente de cualquier buena idea o empresa. Son combativos, resilientes y testarudos, trabajar con ellos puede ser un reto, ya que difícilmente ceden su liderazgo, son seductores y amigos de todos; de los jefes, de los que están abajo y de los clientes; presentan ideas y campañas con verdadera intensidad y pasión.
Este tipo de personalidad quiere tener su propia agencia, el 90% de ellos lo ha pensado, el otro 10% busca el momento indicado para dar a conocer la noticia; ya cuenta con el nombre, el eslogan, el objetivo y todo aquello que requiera teoría, quizás ocupen un poco de trabajo de diseño, pero están listos para conquistar el mundo.
Por su parte, nosotros, los que hemos tenido la oportunidad de tener nuestra propia agencia debemos mirarlos con admiración y no con recelo, con respeto y no con burla, con confianza y no con incredulidad. Porque un día nosotros fuimos ellos, porque nosotros así empezamos, porque a nosotros nadie nos los hizo fácil y sólo porque no debemos recordarles esas lecciones, debemos ayudarlos.
Porque tener una agencia no es un juego, requiere trabajo, constancia y disciplina. Si como empleados recibíamos una quincena y teníamos un horario, como patrón no hay tanta libertad; uno vive y se desvive por su negocio, el trabajo comienza antes y termina después que para los demás; las ventas se vuelven un día a día al que uno se debe entregar, si uno lo que realmente busca es el éxito; entonces se descubre que no es tan sencillo como parece.
Cuando alguien recién se independiza inicia el proceso por perseguir el triunfo, por alcanzar un sueño y por tener por fin algo propio, pero esto es imposible si quien lo hace, no está dispuesto a escuchar a quienes ya pasaron por ahí, a quienes ya lo vivieron y a quienes de cierta forma tuvieron que aprender a la mala.
Cumplir con una meta es viable, pero únicamente se logrará si quien lo hace se rodea de los mejores compañeros, socios y maestros. Uno podrá ahorrarse ciertos dolores de cabeza si permite que la experiencia de los otros le enseñe, le muestre el camino y luego él en agradecimiento lo haga con los que vienen; porque la vida es así, unos van y otros vienen y porque siempre el sol sale para todos y hay espacio para todos.
AUTOR
Ana Laura Guzmán
Ha colaborado como periodista, locutora y editora de medios nacionales, ha sido funcionaria de gobierno federal en áreas de comunicación y asuntos internacionales, ahora y desde hace 6 años enfoca todos sus esfuerzos a la creación de estrategias de comunicación para diversas agencias, actualmente es Directora General de la agencia Brain Fit.
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