Veo a mis amigos y no lo creo. Hemos tenido semanas difíciles, con un día más alborotado que el otro. Me atrevo a decir que no los reconozco, incluso yo no me reconozco. El más positivo, siente que es el fin del mundo. El que se cree el rey, ha dejado la corona. El del mejor corazón, ahora inventa excusas para pelear. ¿Qué está pasando? Trabajos, casos, concursos, deberes, o el apodo que le quieran dar. Verlos con caras largas y escucharlos quejarse constantemente me dieron ganas de decirles algo de la forma que más me gusta. Queridos amigos: Lo que más nos extraña en casa, es nuestra cama, y si ésta pudiera hablar, nos reclamaría sobre la injusta cantidad de tiempo que le dedicamos últimamente. Ella quizás no entiende todo el trabajo que tenemos por delante, porque piensa que estamos de fiesta. Ya quisiéramos todos. Si en estos momentos todo fuera una fiesta nuestra única pareja de baile sería el miedo. El cual te saca a bailar y aunque le digas que no, insiste. Mientras están bailando se acerca el estrés, la inseguridad, la ira y todos sus amigos, que intentan bailar contigo al mismo tiempo. Te terminas cayendo, estás a punto de no poder levantarte pero llega alguien que te coge de la mano y lo hace por ti. No, no es el amor de tu vida, aún ella o él no está convencido. Eres tú mismo. Quizás no sea ninguna experta o sabia para querer darles consejos, pero eso no quita el hecho de que me preocupe por ustedes, aunque a veces no lo demuestro mucho. Espero que no sea la única que está cansada de escuchar: “Ustedes son jóvenes, ustedes pueden con todo.” O la famosa: “Ésta es la edad, si no es ahora, ¿cuándo?”. No todos entienden que hay momentos que nos sentimos cansados, que pensamos que no todo saldrá bien y nos ponemos a imaginar el apocalipsis universitario. Por todo esto y más, nos llenamos de miedo. Mi primer consejo es sencillo: acepta que tienes miedo. Como cuando empiezas a sentir cosas lindas por un amigo que no quieres que te guste, lo mejor es aceptarlo. Lo peor de todo es cuando nos topamos con un “no tengas miedo”, es como que te digan “no pienses en comida”, y es lo primero que se te viene a la mente. Sin importar a qué o quién le tengas miedo, hay que aceptarlo. Aunque todos se queden callados, créeme, nunca vas a estar solo en eso. Mi segundo consejo es que te tomes un respiro. Quizás sientas que el tiempo no te alcanza, porque en estas temporadas al tiempo se le ocurre pisar el acelerador, pero nadie te quita el derecho de un respiro. Con esto no me refiero a que hagas un intento de pose de yoga, sino, haz algo que te guste, así sea por cinco minutos. Es una buena manera de sentirte mejor. Ponte a ver videos estúpidos, tómate fotos, escucha una canción o cualquier cosa. Creo que todos tenemos la receta perfecta cuando sientes que el mundo se viene abajo. Y si no la tienes, búscala. Otro consejo: olvídate de la dieta. Sí, quizás te ha tomado bastante trabajo bajar esas libras que te molestaban en Navidad y jamás en la vida se te había visto tan bien en el espejo. Pero, creo que en situaciones “de emergencia”, hay que tratarnos como merecemos. ¡Bienvenido sea el helado de oreo! Personalmente, algo que me encanta hacer cuando estoy en otro nivel de depresión es hablar con mi persona favorita. Puede ser tu mamá, la cual te va a contar sobre lo que le pasó a ella, y de esta manera, sentirte un poco más tranquilo. Tu abuelita, para que no entienda nada de lo que le estás diciendo mientras tú te estás desahogando. Tu perro, aunque envidies que su vida solo sea dormir, comer e ir al baño. Tu mejor amiga, la cual es mucho más relajada que tú, que te va a decir lo ridículo que eres, pero te hará burlarte de ti mismo. Unas risas tampoco vienen mal. Recuerda siempre ignorar a tu alrededor, todos los chismes que te siguen, no valen la pena. Por último, no te olvides de ser feliz, porque al final es lo más importante. Si estamos haciendo lo que amamos tenemos que disfrutarlo. Recuerda: no trates de contentar a nadie más, aunque a veces cueste, te tocará tomar decisiones que enfaden a otros, pero piensa por ti, porque eres el único responsable de tu felicidad. Y como lo repito todos los días: da siempre lo mejor de ti y lo mejor vendrá. Este mensaje lo pensé para todos los que conozco, para los que conversamos todos los días, para los que hemos dejado de hablar, para los que me quieren, para los que me odian, para los que recién me conocen y a los que aún me falta por conocer. Atentamente. Una persona como ustedes. AUTOR Maria Silvia Aguirre Mi nombre es María Silvia y soy comunicóloga porque siempre tengo algo que contar. Pudiera pasar todo el día con Snapchat, pero después Netflix se pone celoso. El amor de mi vida es un buen libro, que venga con un buen café y un dulce cuando sea necesario. Cuando sea grande, quiero que mis nietos repitan mis historias y le cuenten a sus amigos cómo su abuela revolucionó el mercado del contenido en Ecuador. Esto es lo que hago:https://www.behance.net/masilaguirre . http://ec.linkedin.com/in/mariasilviaaguirretorres Imagen cortesía de iStock
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