¿Cuantas veces como freelancer has hecho un contrato para trabajar un proyecto con una compañía o con algún particular? Por si fuera poco, en la actualidad existen agencias que no hacen contratos a la hora de emprender los proyectos. Pareciera que al hacerlo uno se convierte un tanto quisquilloso y desconfiado, sin embargo; en cuestión del plano del profesionalismo y la legalidad nunca está demás el aclarar en qué consistirá el trabajo a desarrollar y el porqué del costo. ¿Quién no ha escuchado las siguientes frases ”Mi palabra vale” y “Siempre he actuado de buena fe”? La última vez que escuché esas maravillosas palabras la corporación que contrató mis servicios como diseñador me quedó a deber el trabajo de un mes con la cifra de cuatro ceros. Desde ahí presté mucha atención en proteger mi trabajo y la inversión del cliente, pues para eso se establece un contrato, no para que alguno de los dos tenga más prioridad sino para que las dos partes tengan garantía de que se cumplirá con cada uno de los puntos establecidos. Regularmente cuando una empresa tiene el deseo de contratar los servicios de una agencia y la agencia está ávida de ampliar su cartera de clientes se centran en el típico juego de dar la mejor impresión posible. En las clásicas reuniones de los superiores con el cliente se suele hablar de todo y de nada y en cuanto al proyecto, a pesar de ofrecer mejores soluciones para el problema a resolver, el cliente se muestra un poco reacio a cambiar de opinión y a veces cede… en su mayoría no. Esto no es lo peor, lo peor viene en el problema que yo lo considero el peor que puede existir en una agencia, al cual llamo “Teléfono Descompuesto”. El directivo entendió cierta parte de la problemática del cliente, esto se lo pasa al director creativo y este a su vez a su equipo de trabajo y para cuando llega a este punto todo mundo hace lo que entendió menos lo que el cliente necesitaba. ¿De quién fue la culpa? De la agencia y el cliente. El cliente por minimizar/exagerar la necesidad a cubrir en su empresa y de la agencia que por quedar bien y añadir a un cliente más a todo dice que sí y por si fuera poco no sabe exactamente todo lo que implica en el proyecto y a la hora de llevarlo a cabo, como dicen en mi país; salen poniendo como las gallinas. Por eso es que insisto tanto en la administración y la planeación en el quehacer de la publicidad, es cierto que nunca tendremos dos proyectos similares, pero al menos antes de enfrentarnos a cada uno de ellos ya debe haber una estrategia básica, un diagrama de flujo acerca de la operatividad y logística de los servicios que ofrecemos y la directriz, toma de decisiones y responsabilidades de cada uno de los que integran el equipo de trabajo y como el cliente y/o empresa interactúa con ellos. Hace poco platicaba con una colega mía algunas experiencias que he tenido y ella también compartía de las suyas. Y con cierto desaire comenzó a platicar: Cierto día un cliente que se dedicaba a la actividad artística llamó a la agencia pidiendo que se le ayudara con la promoción de su última producción, a lo cual no tuvimos ningún problema, el problema fue cuando quiso “ponerse creativo” y se le ocurrió que para auto-promocionarse se le hiciera una revista semanal con los temas más compartidos de la semana. Se le hicieron dummies , porque el que presentó yo lo hubiera hecho mejor en mis últimos años de escolaridad primaria, y de paso pidió que se le hiciera un artículo de ejemplo. Haciendo resumen del caso, no sólo quería un anuncio, sino también el diseño editorial de una revista, la redacción y edición de la misma por el mismo precio y quienes se dedican al rubro editorial saben todo lo que ello implica; pero este cliente no tiene idea de esto. Aconteció todo lo descrito antes del ejemplo y todo por no hacer un contrato que aclarara y diera respaldo a los puntos a trabajar. Cabe aclarar que el hacer contrato no es ser tacaño por restringir el número de servicios por cierta cantidad de dinero sino precisamente sirve para medir esfuerzos. Además, añade profesionalismo al trabajo que hacemos debido a que el cliente no solo ve el resultado final sino todo el proceso creativo por el cual pasó el concepto inicial, a menos que nos dediquemos a estafar a los clientes y entreguemos trabajos de un día para otro, solo así tendríamos que temer. ¿Qué debería tener un contrato? Varían mucho en función al trabajo a realizar pero consideraría algunos puntos importantes para redactarlo.
- Cada cláusula debe estipular los derechos y responsabilidades de las dos partes a pactar sin afectar a alguna de ellas y las sanciones que se pre-escriben al incumplimiento de las mismas.
- Debe quedar claro los objetivos a cumplir y el plazo de entrega.
- Asimismo debe deslindar responsabilidades por el causas externas e incluso imprevistas (digo incluso porque la planeación debe cubrir este tipo de situaciones).
- No prometa algo que no pueda cumplir. Es mejor desarrollar dos o tres servicios bien hechos en cierto tiempo a todos los servicios que ofrece la agencia, mal hechos y entregados fuera de tiempo.
- Y por último pero no menos importante, el pago. En Latinoamérica debemos quitarnos el falso concepto acerca del dinero, pues si se hace un buen trabajo no debería abaratarse la mano de obra ni menos tener pena de cobrar si se aplaza el pago.
Hacer esto no solo suma clientes satisfechos a nuestra cartera, sino optimiza el flujo de trabajo de la agencia, disminuye las tensiones y el estrés en el equipo y amplia las expectativas al tener un mejor rendimiento. AUTOR Isaí Velázquez Romero Estudié Ciencias de la Comunicación y Publicidad pero soy egresado de la licenciatura de Diseño Multimedia. Desde hace 10 años me he dedicado a la música y la composición, pero desde hace 3 me he convertido en un amante de la planeación y la estrategia en el diseño y la publicidad. Imagen cortesía de iStock
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