Para muchos escritores, intelectuales e ilusos (como yo) del marketing y la publicidad la finalidad del neuromarketing es encontrar el suiche de compra, la forma con la que podamos activar la modalidad de comprador impulsivo de la humanidad. Se ha convertido al termino neuromarketing en la piedra filosofal del marketing ¨por lo menos en los países desarrollados y en las grandes marcas¨.
El neuromarketing aprovecha las neurociencias para apoyar la planteacion de estrategias de marketing. No es una ciencia pues no aporta al conocimiento, solo sustrae el conocimiento desarrollado por las neurociencias para enfocarlo en pro de aumentar las ventas o el valor de una marca. Pero no se puede negar que hoy en día no solo parte de los conocimientos teóricos, pues la práctica del neuromarketing es mucho más rentable que vender un libro; sobre estas personas podríamos decir que han convertido el plomo en oro (una de las grandes finalidades de la piedra filosofal).
La piedra filosofal es un término muy conocido hoy en día pero el cual nos remonta a milenios de historia y estudios de la química. Antes de esta época moderna la química o “Chemesch” en hebreo, era conocida como alquimia: el arte de cambiar las propiedades naturales y minerales de las cosas, basados en 7 elementos (agua, fuego, tierra, aire, sal, plomo y azufre), dichos elementos mesclados apropiadamente dan vida a la piedra filosofal; la cual puede evadir el principio de equivalencia o igualdad, (si un lado sumas en el otro tiene que restar ¨matemática básica¨).
La mejor definición para piedra filosofal seria: artilugio de magia, algo con lo que puedes hacer posible lo imposible, conseguir ese que siempre has imaginado, hacer realidad tus sueños, ilusiones deseos y placeres. Para la edad media, una época de oscurantismo para la humanidad, el oro y la salud lo era todo. Una época donde la miseria y las enfermedades eran el pan de cada día en el mundo conocido hasta entonces. Para nuestro caso como marketeros poder ahórranos el esfuerzo de generar estrategias creativas e innovadoras que conlleven a ventas con las cúcales las empresas puedan subsistir, esto se ha convertido en nuestra finalidad, es una gran decepción: nos hemos convertido en esclavos de la economía.
El neuromarketing nos ha aportado bases muy solidas para sustentar él porque hay que comprar nuestro producto, en un estudio que leí hace poco en la revista muy interesante se aseguraba que las personas con apellidos que comienzan con las ultimas letras del abecedario son las que hacen fila para comprar de primaras los últimos productos, pues atreves de su historia académica han ocupado los últimos lugares de la lista, la cual se suele usar para definir varias posiciones atravesé del tiempo de estudio en le colegio. También nos aporta conocimientos antropológicos como que las mujeres tiene vista de túnel, derivada de su labor de recolectora, y por la cual hoy en día son detallistas; las mujeres en su comienzo homínido para poder sobrevivir necesitaba de la mayor cantidad de información posible, de allí su buena memoria y su necesidad de quererlo saber todo (hace algún tiempo chismosas).
Temo que los marketeros que hemos visto la verdad sobre el consumidor y el porqué comprar, nos estamos convirtiendo en homúnculos del neuromarketing. Se ha querido depurar el tiempo para mostrar mayor eficiencia en las campañas, a cambio de creer ciegamente en estudios monarquisados que han perdido la razón de ser de las ciencias. A este paso dentro de algunos siglos la palabra neuromarketing tendrá la connotación mística y de entelequia entre nuestro gremio.
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