Las agencias (independientemente sin nos dedicamos a ATL, BTL, digitales o cualquier otro nombre que se les ocurra) nos hemos desgastado proponiendo cosas increíbles, comerciales con un nivel de creatividad altísimo, prints ganadores, eventos con escenarios que Pink Floyd envidiaría, activaciones con súper producción… ¿y todo para qué? Este efecto frustrante no es reciente, ha existido y creo que existirá por siempre. A principios de este siglo, un importante cliente panadero hablaba a la agencia y dictaba letra por letra el comercial, a los copys nos parecía un enorme insulto. Ese mismo cliente tenía un decálogo para hacer comerciales, diez elementos que no podían faltar en ningún anuncio, iban desde nombrar 5 o 6 veces la marca, cierta cantidad de segundos de product shot, y no recuerdo las otras, pero finalmente eran acciones que coartaban todo intento de “buena creatividad”. Cualquiera que se dedique a la publicidad tendrá su centenar de historias sobre sus frustraciones ante las “terribles decisiones de los clientes”. Apenas hace unos días, cuando intentaba vender una activación con todo y su stand que destacaba por sus elementos interactivos y alta tecnología, mi cliente cerró con “Está muy bien, me gusta mucho, es muy impresionante lo que me presentan… pero tengo una botarga, creo que solo hace falta una edecán que entregue el sampling, a la gente le gusta mucho mi botarga”. Ante sus palabras, la frustración inundó nuestros tristes corazones, nos hacíamos preguntas como “¿Neta, una botarga y una edecán? ¿qué pedo con el cliente? no mames, prefirió una botarga que la chingonería que le ofrecimos”. Hasta aquí muchos se habrán identificado, pero los invito a que hagamos una reflexión: Esta gran necesidad que tenemos por presentar la creatividad más deslumbrante y ultra chingona, es una necesidad de la agencia, no del cliente. Aquel panadero del que les hablé, podría haberme preguntando “¿sabes vender mejor que yo?, porque yo tengo la panadería más grande del mundo y no necesité de grandes comerciales”. He visto como la gente se forma en activaciones que aparentemente no tiene ningún chiste; la banda “ama” tomarse fotos con las edecanes; el público sigue comprando productos que no tiene ni un solo comercial “ganador”. No me malinterpreten, no creo que el mejor camino sea quedarnos esperando que el cliente llame y nos dicte sus ideas, nuestro trabajo no es ser unos toma-pedidos (cuando menos no el mío), tenemos la obligación de presentar cosas innovadoras… pero no debemos perder de vista que al cliente (a los jefes, que son los que mandan) les importa vender, no importa si es a través de un comercial hecho por González Iñárritu o gracias a un par de tetas. Imagen cortesía de iStock
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