Todo pasó muy rápido, no sabía en qué me estaba metiendo pero así es el amor. La conocí un lunes en una tarde soleada, cuando la vi en mi cabeza, fue amor a primera vista, desde ese primer momento supe que éramos el uno para el otro. Tenía que hacerla mía, tenía que inmortalizarla, todos debían saber que estábamos saliendo, me emocionaba solo pensar en ella y me imaginaba un futuro a su lado. Salimos un par de veces y cada vez me gustaba más, le hablaba a mis colegas de ella, escribíamos, dábamos vueltas, caminábamos y le dediqué unos cuantos poemas, con ajustes obviamente, sin duda estaba enamorado. Su hermano “el cliente” no nos quería ver juntos, le asustaba la idea de que no funcionara lo nuestro y saliéramos heridos. Luego, como en toda relación vinieron los problemas: que el presupuesto, que estaba muy lejos de la realidad, que había otras prioridades, ¡que era casi imposible mostrarle al mundo lo nuestro! Pasaban las semanas y por el día a día no tenía tiempo para ella. Cada vez se fue alejando más de mi. Me dejó, se fue con otro creativo y me vine a enterar tiempo después que otra cuenta estaba interesado en ella, vivieron juntos en otra agencia y les estaba yendo de maravilla. Ahí vino la tusa publicitaria. La veía en todos lados, en televisión, en radio, en prensa, en redes y no podía parar de pensar en que fue mía primero, pero así es el medio y desde que ella sea feliz y haya salido a la luz, todo está bien. Hay muchos más peces en el océano y el mundo está lleno de ideas, así que espero poder encontrar a esa que me haga vibrar y soñar despierto. Puede pasar en cualquier momento, cuando menos lo imagine, pero sin duda la estaré esperando con un lápiz y un cuaderno como la vez primera. Las ideas son como las relaciones de pareja, las hay incomprensibles, extrañas, con potencial o simplemente hay unas que no funcionan. Y como en la vida como en el amor hay que enamorarse de las correctas. Mi recomendación es que se enamore a diario si es posible. Tenga aventuras con ideas para cualquier cuenta así usted no la maneje, que las valore, que les dedique el tiempo necesario, que pierda el miedo de conquistarlas y que si ve que ahí puede haber algo, lo intente, se lance al agua y se lo cuente al mundo. Imagen cortesía de iStock
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