La primera vez que entré a una agencia de publicidad tenía más de una duda. La primera, fue si me aceptarían para tener mi pasantía profesional, me aceptaron y eso fue el inicio de varias preguntas que me ha respondido y lo sigue haciendo la profesión que elegí, publicidad. Obtener un título no basta para ejercer algo tan mágico y competitivo como la publicidad. Aprendí que ser publicista, es convivir con el aprendizaje todos los días. Todo comunica, y es por eso que la satisfacción no se consigue al ganar un pítch o al obtener un premio, sino cuando una idea es tan poderosa para conectarte con la gente. Es ahí donde se genera la verdadera satisfacción. Aprendí que publicidad es una oportunidad de crecer hasta donde te lo permita tu esfuerzo. En publicidad el límite no existe, pero el trabajo duro, la frustración, la oportunidad y la constancia, tienen como consigna mejorar. Al ser director creativo y comprender que los horarios extendidos, el sacrificio familiar, la comida a domicilio daba frutos gracias a la constancia aunque no siempre a la satisfacción familiar. Una de mis metas era obtener ese puesto, conseguirlo fue un aprendizaje más, que vino de gente que estaba a mi alrededor que entregaban mucho, algunos demasiado y con esto eliminé muchos prejuicios, todos alrededor de “ser el mejor”. Aprendí que no siempre se reconoce tu esfuerzo, un empleo se disfruta cuando te sientes bien con tu entorno para poder liderar un grupo humano con mejores ideas que las tuyas. Y aprendí cosas que a nadie se le ocurre enseñarte, pero son la base de lo que vivirás en tu vida profesional. Como que una reunión divertida con un cliente es mucho mejor que recibir un brief. Descubrir que la inspiración viene desde la persona que limpia tu cubículo hasta el que vende el periódico donde está tu aviso. Y comunicar de manera efectiva es el verdadero proceso creativo. Las mejores campañas no son necesariamente las que han llenado un estante de premios, son aquellas con las que el cliente pone su confianza nuevamente sobre tu escritorio. Lo romántico del asunto es que creces junto con su marca y eso también es un proceso de aprendizaje vital. También aprendí que trabajar en un lugar donde solo caminando 10 pasos puedes llegar a la persona a cargo y expresarte, sobre un tema minúsculo a una opinión que podría dar un nuevo rumbo a la empresa a la que perteneces, que no es igual que agendar una cita con una persona que firma tus cheques pero que no sabes ni siquiera cuál es su aspecto físico. La publicidad somos personas hablando a personas, y cuando no consiga aprender del día a día con esta profesión será momento de dejar mi lugar de trabajo para empezar a reconquistar la profesión que elegí y con la que pienso vivir hasta tener la oportunidad de aprender mucho más fuera de ella. Imagen cortesía de iStock
Comentarios