Desde hace pocos años, las marcas comprendieron que ser en extremo celosas con sus productos y con su mercado podía ser contraproducente. Fue así como nacieron las asociaciones entre marcas y las promociones de productos distintos. “Compra un aceite y gratis lleva un kilo de arroz”. El complemento que algunas marcas pueden hacerse resulta lucrativo. Si eso sucedió en la vida “real”, ¿por qué no hacerlo también de manera virtual? Las empresas que tienen sus redes sociales suelen tener cuidado del contenido que se publica para no promocionar a la competencia o simplemente, para no hacerle el favor a otra marca. Pero, si esto se hiciera, entonces el amor de los usuarios hacia las marcas se incrementaría. Para llevarlo a cabo se necesita buscar una marca que comparta ideología con la nuestra. De esta forma, el mercado sería muy parecido, reforzando la interacción o adquiriendo nuevos adeptos. Un ejemplo es la interacción que generan las páginas de las disqueras con las de los artistas y hasta de radiodifusoras. Ese es un campo explotado por algunas empresas, pero fantasma o tabú para otras. Buenos convenios con otras marcas para compartir espacios en redes sociales sería eso mismo, tejer más redes para que los usuarios interactúen y explotar por más medios el alcance de las herramientas virtuales.
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