Hace 20 años, cuando fundamos una de las agencias que luego fue semilla de SUPER, remodelamos una antigua casa en Palermo para montarla. Construimos una hermosa sala de reuniones y un hermoso espacio para los creativos, pero la gente de cuentas obtuvo una cocina ampliada. Derribamos la pared que separaba la cocina del living, y en ese gran espacio integramos el equipo de cuentas, que parecía estar dentro de la cocina.
Al principio nos daba un poco de vergüenza que los clientes vieran ese espacio, y siempre tratábamos de recibirlos en la sala de reuniones o en el espacio creativo. Mientras soñábamos con implementar metodologías ágiles en un entorno más formal, descubrimos que muchas de las mejores ideas, las más creativas, las más innovadoras, las más diferentes y, sobre todo, las más pulidas surgían cuando personas de diferentes áreas se encontraban en la cocina para preparar un café o un mate y hablar de cine, fútbol, moda, música y la vida en general.
En estos encuentros, donde las personas que normalmente no trabajarían juntas como un equipo, recibirían información de los demás de forma horizontal y sin filtros, y las mejores soluciones para nuestros proyectos comenzaron a crecer. Inevitablemente, esas charlas terminaban en nuevos conceptos, nuevos conocimientos, nuevos proyectos, nuevas propuestas y nuevos puntos de vista, catalizando y completando las ideas originales.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que en lugar de trasladar la cocina a un área separada como originalmente teníamos en mente, necesitábamos reciclar este hecho y glorificar el encuentro. La cocina se convirtió en “el lugar” donde diferentes personas de diferentes áreas se reunían para discutir ideas. Pronto se convirtió en el lugar en el que algunos de nuestros clientes preferían estar para tomar un café y hablar con nuestros equipos.
Años después, cuando nos mudamos a un edificio de cuatro pisos remodelado para albergar la agencia, decidimos incluir una cocina abierta en cada piso para que la gente se reuniera a tomar un café y conversar e intercambiar opiniones. Ya llamábamos a este ambiente “el kitchen factor”.
Muchas empresas donde la creatividad es un componente esencial no entienden esta dinámica del “factor cocina”, que surge de aprehender los verdaderos intereses de las personas. Muchas empresas en las que son necesarias soluciones creativas para hacer crecer el negocio, se beneficiarían de entender e integrar este factor cuasi-casual que potencia la iteración y la innovación, desglosando las (temidas y disruptivas) reuniones, llamadas, zooms, etc., de una dinámica típica de empresa.
Todo el mundo puede aprovechar el “kitchen factor”, desde un desarrollador de software hasta un productor de alimentos. Sirve para quienes utilizan métodos tradicionales y más aún para quienes implementan metodologías ágiles. Ofrecer a las personas pasar tiempo en un lugar para estimular la creatividad en un entorno activo más allá del criterio típico de “pausa creativa”, puede convertir sus intereses en un centro de creatividad y mejorará significativamente el rendimiento del negocio.
Esto es parte de la cultura en la que nació Super.
Autor: Sebas Yumatle, Socio Fundador de Super
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