En la antigüedad, los romanos llamaban otium (ocio) a lo que se hacía en el tiempo libre sin generar recompensa alguna, por lo contrario, denominaban nec otium (negar el ocio o negocio) a aquello que se producía por dinero.
En nuestros días, tanto el trabajo como la productividad van de la mano con los negocios y son necesarios dentro del modelo económico que busca generar riqueza. Pero no toda faena genera esta supuesta fortuna.
Ya habíamos hablado antes del trabajo como un proceso entre la naturaleza y el humano, donde éste último controla acciones que resultan en una obra intercambiable por dinero o mercancías. El hombre no es un ser pasivo sino activo y creador.
En la cultura occidental, desde pequeños fuimos formados bajo preceptos laborales muy arraigados, donde ser “trabajador” es un acto que dignifica y fomenta en nosotros el espíritu creador. Por lo contrario, cualquier tipo de ocio es visto como holgazanería o siendo más preciso “huevonería”.
A su vez en culturas del oriente, medio oriente y países nórdicos, incorporan al trabajo de diferente manera. Para ellos, la labor y el descanso son conceptos que están más equilibrados, donde asumen que para crear también se necesita tiempo y espacio para recrearse.
En Italia, por ejemplo, escenario de uno de los períodos artísticos más significativos de la era humana (El Renacimiento), tienen el concepto de la Dolce Vita, donde promueven el experimentar con todos los sentidos cualquier aspecto que se viva, para después utilizar este conocimiento adquirido y plasmarlo en su obra, cualquiera que ésta sea.
Haciendo una analogía en lo dicho por Isaac Newton en sus Leyes del Movimiento, donde explica que “a toda acción corresponde una reacción”, el trabajo representaría ese conjunto de acciones que fomentan en nosotros el espíritu creativo, productivo y de realización; pero a la vez nos demanda energía, tiempo y esfuerzo… y si me lo permiten, una anécdota personal…
En días pasados, tomé un pequeño receso de mis labores cotidianas para irme de paseo a una de las ciudades más bellas e interesantes de México, la hermosa Zacatecas. Admiré su arquitectura, arte y poesía; así como su clima, paisajes y gastronomía. Subí hasta su recién inaugurado teleférico y al estar suspendido admirando la ciudad, recordé el lema de su escudo: Labor Vincit Omnia (El trabajo lo vence todo) y tuve una epifanía.
Heme aquí tomando un descanso en la ciudad que dice que el trabajo vence a todo. WTF! ¿acaso no es esto absurdo? Lo anterior me hizo reflexionar acerca de la relación trabajo-reposo y cito a George Lois para replantearlo en algo así… La creatividad lo puede todo.
En definitiva, el punto es saber equilibrar los espacios de labor y recreo. Haz cosas que te permitan crear riqueza en todos los sentidos y recuerda que siempre es necesario un lapso de desconexión para descansar, coger fuerza y desatar tu creatividad. Entonces si me lo permiten paso a tomar un pequeño descanso. Nos vemos pronto.
Comentarios