La industria de las ideas en un mercado latinoamericano tiene un problema: no es centralizado.
Esto puede sonar bastante bizarro, sobre todo porque viene de la cabeza de una publicista que lo que más quiere es que viajemos más allá de nuestras posibilidades, con el fin de traer el foco a nuestros países y crecer en apertura de crear sin límites, pero así es y, de hecho, es un problema muy grande.
Se los voy a explicar. Toda mi vida he estado, estudiando, y laborando en Ecuador. He visto y vivido la evolución de primera mano; ahora, cuando dices que quieres estudiar comunicación no te miran mal, aunque las preguntas de “¿trabajarás en la tele?” no se hacen esperar. La “publicidad” ya no es considerada como mala palabra, ya que conocemos referentes de personas que la han partido en este campo y, bueno, “si él pudo, tú también”, por lo cual la profesión ya no te lleva a pensar en el típico hipster pelo largo y sin futuro, sino en un empresario bien vestido que dirige una compañía valorada en miles de dólares.
Cambios han existido, me encantan y jamás los voy a reprochar. Sin embargo, el problema va más allá y comienza por lo más cliché que podamos pensar: los publicistas nos vamos. No somos capaces de hacer que el mercado crezca donde nos encontramos y buscamos clientes en el exterior, maestrías en España, experiencias en New York en un ambiente más cosmopolita que en la pequeña parcela en la que estamos acostumbrados a sentarnos a dormitar. Y no, no quiero victimizar a los publicistas en mi país o en América Latina, quiero invitarlos a hacer más de lo que tenemos al frente. Es cierto, las amas de casa promedio se encantan con un jingle acerca de porqué equis mantequilla es mejor para cocinar, pero existen formas populares de comunicar que podemos emplear para decir el mismo mensaje de forma distinta de manera que captemos igual o mejor la atención de los consumidores. Es posible que no exista apertura, pero “el que la sigue la consigue”. Las actuales empresas están acostumbradas a tonos de comunicación antiguos porque la gerencia generalmente tiene un pie más en el otro mundo que acá, pero podemos aportar un aire refrescante con las herramientas que tenemos a la mano, eso se llama verdadero ingenio, verdadera creatividad.
Soy partidaria del crecimiento de la industria latina, pero conozco sus limitaciones, a las que nos enfrentamos día a día. Conozco la capacidad que tenemos los creativos latinoamericanos porque he visto cómo en el exterior la están haciendo con lo que tienen a su alcance para un mismo mercado que se encuentra en otro contexto. Esa misma ama de casa que ama el jingle de la mantequilla está en este momento viendo un comercial creado por un latino en México que le dice exactamente lo mismo, pero de forma diferente y, ¿adivinen qué? se creó un love mark.
En mi país contamos con las herramientas y con más de una, ¿sabían que Ecuador tiene 4 ecosistemas distintos conviviendo en un mismo terreno geográfico? Imaginen las posibilidades, el mundo se encuentra literalmente a nuestros pies, al igual que las opciones que tenemos para comunicar.
Vamos a hacer un pacto: es hora de empujar el camión o se nos irá cuesta abajo. La industria creativa necesita centralizarse antes de expandirse, conocer qué nos rodea y cómo podemos sacarle provecho AQUÍ / IN HERE antes de pensar en cuánto estará el pasaje para irme de interno a Texas.
Si hay una frase que me encanta es “todo se puede lograr”, ¿qué esperamos para empezar a actuar?
AUTOR
Alejandra Borbor
Soy redactora por profesión, comunicadora por decisión y creativa por convicción. Me considero recursiva: adquiero nuevas ideas a partir de la música, el arte, el baile, la pintura… Es por eso que creo que todos somos idealistas y capaces de crear un mundo completamente distinto. Estoy aquí para extirpar mis ideas y compartirlas como a libro abierto, ¿listo para comenzar?
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