El diseño en los últimos años ha logrado escapar casi por completo del poder y la hegemonía de la Bauhaus y en general, de lo que la academia dicta que “debe ser” para labrarse un camino sin ataduras, libre y lleno de recovecos por explorar. Esa labor de exploración ha llevado a los creativos a querer emanciparse del diseño genérico que aterriza en nuestro territorio desde Estados Unidos y Europa. El cual, hace lucir todos los proyectos parecidos, con características físicas y de concepto bastante similares, por no decir que, la mayoría aparenta hacer parte de la misma campaña sin importar que una comercie shampoo y otra ropa en línea. Estas campañas carentes de brillo propio necesitaban algo que las hiciera salir del hoyo y las catapultara a un mercado ávido de productos con historias y trasfondos. Fueron muchas las ideas que se generaron para lograr esta conexión con los consumidores mexicanos, pero solo una fórmula ha demostrado su poderío por encima de las demás. El denominado “diseño hecho a mano” ha logrado compaginar de una forma magistral la innovación en el diseño, con raíces como las tramas y patrones que acompañan la vestimenta de los indígenas que habitan el territorio nacional. Las cuales, a través de un arduo proceso de abstracción y simplificación han logrado adaptarse a diseños novedosos, elegantes y coloridos, que gozan de exhibir su origen sin tildar en lo folclórico y en el autoexotismo, pero a su vez, están llenos de cepas culturales con un vasto valor sentimental para los creativos y los consumidores. Este tipo de diseño que además de lo indígena, toma inspiración de los colores, formas, tipografías, ilustraciones, murales, cultura popular y elementos vernáculos propios de lo “mexicano” está triunfando por dos simples y avasalladores motivos: El primero, es porque juegan con el enorme poder que la nostalgia aplica sobre todos –o casi todos- los humanos, y que se logra a través del uso de las formas y colores conocidos por el subconsciente y que dispuestos estratégicamente en el diseño, provocan un clic mental inmediato. Esta reacción es esencial pues, pudiendo tener orígenes indígenas o no, obtiene un llamado casi instintivo a mirar una y otra vez hasta comprender el porqué de nuestro interés hacia dicha pieza. La segunda razón es más mercadológica, pues los estudios han arrojado que el público que consume el “diseño hecho a mano” -diseño gráfico, de moda, industrial, de interiores o cualquier otra vertiente- hacen parte de la generación millennial y sus características de consumo y apropiación son por demás singulares. En palabras del CEO de Pepsico® en su entrevista para Chacón (2015) argumenta que, antes los consumidores preferían productos genéricos con diseños similares y que lucieran igual en todas partes del mundo. Sin embargo, ahora el público prefiere productos con el apelativo “good for you” que tengan características únicas, naturales, sin transgénicos y con diseños de empaque y publicidad contextualizados a su realidad. Lo anterior, reafirma el hecho de que las tendencias apuntan a regresar a los orígenes para innovarlos desde dentro, retomar particularidades naturales y mostrar una actitud nueva y más amigable. Pues si algo se tiene claro, es que los consumidores buscan encarecidamente productos y servicios que ayuden o colaboren con causas sociales, trabajen de la mano con indígenas, estén en una sinergia de comercio justo, participen del cuidado del medio ambiente y ofrezcan historias que conecten con las fibras sensibles y nostálgicas. Las marcas que logran esta conexión generan una adquisición por parte del público que sin pensarlo, se costea productos “hechos a mano” importándole poco que su valor se eleve de forma importante. Por lo cual podemos decir que el diseño que se entiende y comercializa con la característica “hechos a mano”, está destinado a triunfar y “romperla” en todos los escaparates en los que se exhiba. Pues ofrece características contextuales que acercan a los consumidores a las cepas de su cultura y lo alejan de los productos hechos en serie. Lo que a su vez, coadyuva a fortalecer su identidad y los arroja fuera del anonimato, para adentrarlos entonces, a un nicho de clientes exclusivos y especiales que lo adquieren, lo usan y recomiendan. Referencias Chacón, L. (2015). Manufactura. Recuperado el 2017, de http://www.manufactura.mx/industria/2015/05/15/millennials-impulsan- sector-organico-de-alimentos AUTOR Tita Cabrera Creativa, divertida y apasionada son las palabras que me definen como persona y profesional. Soy ingeniera aunque nadie me lo crea –muchas veces yo tampoco-. Fiel amante de la creatividad multicultural, el café tibio, los perros y los viajes low cost. Quiero romper al mundo y que él me rompa a mí. www.titacabrera.com FB/IG /BH: holatitacabrera
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