De alguna forma todos los días nos relacionamos con las marcas, ya sea como diseñadores o como usuarios. Si conceptualizamos, podemos entenderla como la identificación de un producto o servicio, es el signo que nos representa la idea general del que provee ese producto o servicio. El propósito es distinguir un objeto de otro igual, es decir, hacer distintivas las cualidades de los productos. La marca produce (o debiera producir) un impacto en la emoción, y expectativa del usuario. Este impacto a su vez, genera un nivel de experiencia que conlleva un posicionamiento de satisfacción y aceptación en la audiencia. Cuando se sobrepasa la expectativa, generalmente se debe a la retroalimentación y el contacto con el usuario, es decir, al acercamiento y personalización del servicio puesto que las características y necesidades de los individuos son distintas. Por ejemplo, haciendo una analogía, el nutriólogo (empresa/marca) debe establecer un régimen alimenticio (producto/servicio) manteniendo una “percepción individual” conforme a las características del paciente (consumidor). Ahora bien, cuando esa marca proyectada por la empresa ha personalizado de forma estratégica sus productos y servicios, ésta se vuelve “conocida” y adquiere reconocimiento; obviamente al final también adquiere una integración positiva en las actividades cotidianas del hombre. Entonces, regresando a la analogía, lo que hace reconocido al nutriólogo son dos aspectos: el nombre con el que podemos identificarlo y el régimen alimenticio, que en este caso representa el producto y servicio que ofrece. Nosotros como diseñadores podemos dirigir la marca de forma integral, esto quiere decir que debemos percibir y aplicar la imagen de la empresa y de los productos como una sola. Primero se debe designar elementos que den valor de significación, y ese valor debe coincidir con una imagen o “representación” del producto. Si bien, en algunos casos el nombre de la marca no conserva relación con el signo gráfico o con el objeto, sí debe conservar sus cualidades estéticas pero sobre todo debe ser coherente con la identidad, personalidad y atributos reales de la empresa u organización. Al final considero que la marca es imprescindible (y quizá lo más importante) para lograr el posicionamiento de una empresa o de un profesionista, es más que un logotipo como parte del desarrollo de un producto (o servicio). Es el inicio de todo y debe planearse de forma estratégica empezando con el nombre ya que representa la plataforma o el primer vínculo con el público. Debe comunicar cierta identidad, ciertos valores con los que se integra la cadena: empresa-producto-usuario. Además, puede ser como una fórmula “entre más fácil de recordar mayor pregnancia” Si es fácil de recordar el signo gráfico, este será percibido como algo “conocido”, generando así mayor probabilidad de persuasión para conectar con usuarios potenciales. Con el paso del tiempo, si conlleva una buena dirección, se podrá ir construyendo la consistencia y el prestigio de la marca. Entre tanto pues, una buena marca es la que comunica su personalidad y es coherente con su propia visión. Ahora les toca, ustedes ¿qué opinan? ¿qué es para ustedes el concepto marca o el famoso branding? Me despido soy Erika. Hasta la próxima bye-bye
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