Hace un par de días estaba escuchando una entrevista que le hicieron a José Hernández, el astronauta Mexicano (recordemos que alguien es mexicano cuando nos conviene. José es nacido en California, de padres inmigrantes de Michoacán. Esos, los papás que educaron a un niño que logró convertirse en astronauta, esos sí son mexicanos) y me llamó mucho la atención algo que se dice hasta el cansancio pero que se practica muy poco por todos nosotros. Se practica poco en el trabajo, en los deportes y en la vida diaria: No rendirse. Siempre intentarlo. No tirar la toalla y entonces, solo entonces, pensar en que podemos ganar. José contaba con mucha humildad su historia – que bien suena como un cuento de hadas y como la cúspide del sueño americano, pero que en realidad estuvo muy lejos de serlo – De hecho, fue hasta que aplicó por doceava vez en la NASA, que lo aceptaron como candidato a astronauta. Sí. No lo rechazaron una, ni dos, ni seis ni ocho veces. El secreto de José fue la perseverancia y cuando el locutor le preguntó por qué creía que no lo habían aceptado las primeras veces, el simplemente respondió: “Porque había gente mejor preparada que yo. Se presentan anualmente alrededor de 7,000 aplicaciones para entrar al programa espacial de la NASA y solamente se eligen alrededor de 15 personas. Tuve la suerte de que la doceava vez que apliqué, me seleccionaron. Durante todo el proceso lo que hacía era prepararme más porque entrar al programa espacial era mi sueño y no quería perderlo.” Si todos fuéramos así (ojo que digo fuéramos) definitivamente este mundo sería otro. Hay que intentar siempre estar fuera de la zona de confort, estar convencidos de que podemos abrazar nuestra pasión y luchar, no una sino mil veces para conseguir lo que queremos. Y acá voy a poner un ejemplo de tenis (ustedes perdonen, pero saben que me cuesta dar referencias de vida que no están relacionadas con el tenis). Shang Zhuai, una tenista China de 27 años, número 65 del mundo en el pasado torneo de Australia, (uno de los 4 torneos más importantes del mundo) logró lo que nadie se imaginaba: después de 8 años de intentar ganar un partido del cuadro principal del torneo, con un récord de 14 partidos perdidos y 0 ganados, logró llegar a cuartos de final. Para llegar al cuadro principal del torneo, tuvo primero que ganarse su lugar el el torneo de calificación previo, es decir, tuvo que ganar 3 partidos. Una vez habiendo ganado esos 3 partidos, entró al primer encuentro contra la número 2 del mundo (fack) y le ganó, (en ese momento, esa fue la gran sorpresa del torneo) pero después se escabechó a la número 36, luego a la número 49 y por último a la número 15, haciendo de ésta, la mejor racha de su carrera. Después, Johanna Konta se encargaría de cortarle su paso ceniciéntico (¿existe esa palabra?) y mandarla de regreso a China, pero ése es otro post. El punto es, después de ocho años de intentar entrar al cuadro principal de un torneo, con unos resultados evidentemente adversos, era lógico que se hubiera rendido, hubiera aventado la toalla, la raqueta y hubiera dicho fuck it, let´s go bowling! (lo hubiera dicho en chino). Pues no lo hizo. Tuvo el fuego y la pasión necesaria para no dejar que estos muchos fracasos minaran su confianza y perseveró. No ganó el torneo, pero dio un paso gigante en su carrera y en su juego. Y estoy seguro que en su vida. Así como el Checo de 22 años Jiri Vesely. Número 55 del mundo con una carrera de 7 años como profesional que hace unos días en el torneo de Monte Carlo, venció en 3 sets al jugador número 1 del mundo y Campeón defensor del Torneo, Novak Djokovic. Era la primera vez que se enfrentaban sí, pero ya Vesely se había enfrentado contra jugadores top 10 ocho veces obteniendo ocho derrotas. Esta vez iba contra el número uno. Pero la pasión y la confianza con la que salió a la cancha Jiri, hizo posible la mayor sorpresa del torneo y quizá la mayor sorpresa del circuito profesional de tenis en lo que va del año. Y evidentemente el mejor juego de su carrera. ¿Qué hubiera pasado si Jiri hubiera pensado “voy contra Nole, ya pá que salgo”? La perseverancia, la preparación y el pensar que podemos, es lo que nos hace imparables. Imparables en la cancha, en la oficina, en la enfermedad y en la vida. Hablando de publicidad, ¿cuántas veces nos hemos topado con clientes que no compran nuestras ideas que pensamos que son increíbles y acabamos haciendo las cosas horribles que se ven en la calle todos los días? ¿Cuántas veces nos hacen dar 4 vueltas o 5 vueltas y en cada vuelta se pierde algo interesante de la idea para terminar con algo aburrido e insulso? ¿Cuántas veces vamos ya con la primera idea que se nos ocurre, o solo le dedicamos 10 minutos porque sabemos que ese cliente no va a comprar algo bueno y vamos a terminar haciendo cualquier cosa? Es aquí cuando nos tenemos que detener y pensar que debemos intentarlo otras mil veces. No rendirnos. Es por nosotros, es para hacer mejor trabajo, es para que nuestras ideas salgan a la calle y hagan una industria más interesante. Es por la marca (aunque suene a choro). Es para estar orgullosos de lo que hacemos y que la llama de lo que amamos nunca se apague. Personalmente, las ideas que más me han gustado en mi carrera son las que más trabajo me ha costado venderle a un cliente. Son por las que he tenido que pelear interna y externamente, pero que al final una vez producidas y al aire me llenan de orgullo y felicidad. No sé ustedes, pero historias como éstas hacen que esa flamita interna de mi boiler que titila suavemente, se convierta en un chorro avasallador de fuego que explota cuando alguien gira esa perilla que dice “on”. Esta semana vamos a presentar una idea que estoy seguro que va a costar mucho trabajo vender. Que va a ir del Director de Marketing al CEO ida y vuelta. De los de comunicación a los de R&D. Que va a poner a mucha gente nerviosa. Que quizás haya quienes no consideren siquiera que es una idea que ellos debieran hacer. Espero que el cliente vea el potencial enorme que hay detrás de ella. Espero poder presentarla y que no nos la metan por ahí donde el sol no llega. Y si es así, siempre va a haber una segunda, tercera o cuarta vuelta. Agárrate mundo, que aitevoy. Buen viernes tengan todos.
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