La televisión en los últimos años se ha tenido que enfrentar al inmenso auge que está teniendo el Internet. La competencia ha sido fuerte. En primer término las ventajas que ofrece el Internet ponen cuesta arriba la lucha de la televisión, siendo el rival más fuerte el contenido. En Internet puedes subir lo que sea para ser visto cuando se quiera. Cualquier cosa, a cualquier hora. No existen los controles o regulaciones que hay en la pantalla chica. De alguna manera esto podría suponer que la televisión estaría entrando en una fase de reinversión, reinversión para poder sobrevivir, para pelear una batalla que parece perdida. Yo no creo que la televisión vaya a desaparecer, como no desapareció la radio cuando apareció la tele. Cada una tiene una función diferente, pero sin duda alguna el Internet poco a poco le va comiendo el mandado a la televisión. Entonces, es aquí cuando uno espera que los genios que están detrás de los contenidos de la televisión, hagan un gran esfuerzo por poner en la pantalla chica, contenido y programación diseñados para mantener a los cada vez menos televidentes, que estos expertos de los medios de comunicación, hagan el esfuerzo, por su bien, y el de los consumidores, de producir una televisión que de gusto verla. Pero no, es entonces cuando la originalidad entra en decadencia, y estos genios flojos, perezosos y mediocres apuestan por los refritos, por aquellas cosas que funcionaron en otras latitudes y que intentan adaptar “a ver si es chicle y pega” aquí en nuestro complejo mercado mexicano y latino. La semana pasada Televisa estrenó en la pantalla chica la serie El Hotel de los Secretos, un refrito (Remake) de la exitosa producción española Gran Hotel, transmitida en un principio por Cadena 3 en España y que ahora se puede ver en algunos canales de cable o directamente en sistemas como NETFLIX. Si, Televisa, la grande de México, la mamá de los pollitos en contenido de habla hispana para el mundo, una vez más hace gala de su decadente originalidad y apuesta a un refrito. No cabe duda que el esfuerzo que hace el productor Roberto Gómez Fernández, es monstruoso, pues hay que reconocer que el elenco es de primera, y aunque la mayoría de esas caras ya las hemos visto en telenovelas y series en la televisión, esta vez la combinación de talentos parece dar un toque especial al refrito. También reconozco la inversión en producción, escenografía, dirección y fotografía. Son muy buenas. Pero en el momento que uno ve la producción original española y compara con la producción mexicana, entonces surgen las inevitables comparaciones. Y es que antes, hace 20, quizá 15, es más, hace 10 años, nos podían presentar cualquier refrito de cualquier producción internacional, y como la posibilidad de ver el producto original era poca, pues uno veía la adaptación y aplaudía orgulloso, pero en tiempos actuales donde una buena parte de los televidentes tiene acceso a ese contenido de manera inmediata, pues es como cuando vienes de comer en un gran bufet y te quieren invitar unos hotdogs en un carrito de una esquina, igual y te los comes, pero como ya vienes satisfecho, los ves con ojitos diferentes. Así veo a El Hotel de los Secretos mexicano, como algo bueno, pero no deja de ser el refrito de algo maravilloso como lo es Gran Hotel español. La originalidad está en decadencia, mientras eso siga sucediendo, entonces se seguirá abriendo la brecha entre lo que se ve en internet y lo que vemos en la pantalla chica.
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