Parece que fue ayer cuando todos estuvimos pendientes del ojo de Big Brother. La fórmula del reality show estaba en su máximo esplendor y en todo el mundo se tenían versiones del mismo programa. Cómo olvidar a Paris Hilton en The Real Life o The Real World. Todo estaba enfocado en la realidad, en mostrar mediante una pantalla de TV lo que una persona equis en el mundo vivía todos los días, cómo se bañaba, cómo roncaba o cómo ligaba. Pero… ¿en pleno 2015? Sí, a la televisión mexicana le ha encantado retratar la realidad de los demás para crear morbo, empezando por el famoso TV Notas hasta programas que requieren mucha inversión como Big Brother en su momento. De pronto parece que volvimos unos años y nos encontramos con una televisión abierta en la que reaparece Adela Micha presentando al “Gran Hermano” en una nueva versión idéntica a la del 2002 sin gracia ni novedad, pero mucho menos éxito (ya se anunció que terminará antes de lo planeado). Por otro lado tenemos Master Chef de Azteca, con una propuesta floja de la versión de EU y Reino Unido, aunque definitivamente tuvo mayor aceptación, la verdad es que fue un formato nuevo, diferente a la versión cien mil ochocientos cuarenta y cinco de la Academia; hasta participaba una monja. ¿Qué le vemos a los reality shows? A pesar del poco éxito de algunos reality shows, no han muerto. El morbo ha permitido que sigan vivos más vivos que nunca en algunos cosas como el del reality de MTV, Acapulco Shore; pero ¿qué podíamos esperar si vimos un caso de acoso en vivo gracias a Televisa?, las televisoras proponen su contenido estratégicamente de acuerdo a lo “que pide el público”, algunas veces es acertado, otras no tanto. Lo que sí que triunfa, es el morbo, como las revistas que ponen mujeres con poca ropa. La sociedad mexicana está evolucionando, hace unos años el caso en el que Enrique Tovar acosó a Tania Reza en un programa en vivo no habría sido relevante, pero a los millennials y nativos digitales ya no les parece divertido el contenido que selecciona una televisora. Nosotros vamos a seleccionar el contenido por otros medios, de ahí el éxito de Netflix o YouTube. Si bien, un reality show es una mirada morbosa de una “realidad”, existe un México por el que sí hay que preocuparse. Los contenidos, ya sea en televisión o en Internet, los hacemos nosotros, nosotros mismos solicitamos a los medios, ese tipo de contenido leyéndolo, viéndolo o escuchándolo. Mientras no se tenga un criterio para seleccionar qué es lo que queremos ver, seguirá al aire un Big Brother, una María la del barrio o un A Toda Máquina, reflejando los mismos estereotipos que había hace 100 años.
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