En este momento en Colombia estamos ad portas de un nuevo y complejo proceso electoral. Mejor dicho y hablando en modo “latino”: ‹llegó la temporada del tamal*, la lechona** y el güisqui›. *Plato que consiste en masa de harina de maíz rellena de carne de res y de cerdo, pollo y otros ingredientes, envuelta en hojas de plátano y cocida al vapor; según los países, varían los ingredientes y presenta distintas formas. **La lechona es un plato típico del departamento del Tolima. Este plato está compuesto por carne de cerdo, arroz y arveja frita. Es servido con arepas de maíz blanco, cuero tostado y una variedad de natilla que localmente se conoce como «insulso». El próximo 25 de octubre todos los colombianos tendremos la oportunidad, una vez más, de elegir quién o quiénes regirán los destinos de cada localidad, ciudad y departamento (que es, más o menos, como se divide políticamente Colombia). Lo anterior quiere decir que en solo veinticinco días, nuevamente los que padecemos vivir en una de estas pseudodemocracias latinoamericanas, tendremos que decidir a quién premiar y a quién “quemar”, desde un cargo de menor cuantía distrital, como los ediles, pasando por los concejales, siguiendo con los alcaldes y terminando con los flamantes gobernadores. No obstante, para las agencias de publicidad, los consultores y los freelancers esta puja arrancó con unos meses de anticipación, desde que empezamos a ver cómo nuestro tráfico semanal se incrementaba con la aparición de unos requerimientos encargados por unos arteros personajillos (los candidatos), ávidos de ideas y de la fórmula secreta que los lleve a conseguir tan anhelada posición… La de “servidor público”. Llegaron por legiones –según cifras de la Registraduría Nacional se inscribieron 114.936 candidatos a las elecciones– a presentarse como la solución que el pueblo precisa, asediados de la política tradicional, indignados con sus pares que corrieron con mejor suerte o mejores padrinos, afanosos de lucir, autoproclamados como “la cura para todos los males y pandemias que aquejan, adivinen a quién,… ¡Sí, al pueblo!”. Todos, sin excepción alguna, “hacen su campaña con las uñas”. Nunca tienen para nada, todo es donado, regalado o prestado y cuando ganen (como dijo Cristo) “estarás con ellos en el paraíso”, ¡pero solo si ganan! Son conscientes de lo que los hace únicos, pero inconscientes acerca de todo lo que los convierte en clones ante el electorado. Su poder de decisión es flácido, las opiniones que reciben de cualquier sablista son afectuosamente sugeridas a la agencia (para ver cómo las puedes involucrar en tu estrategia). Sus expectativas son altas, tal como su ingenuidad. La seguridad que proyectan contrasta con la inseguridad evidente ante el fracaso. Todos son proclives al cambio y al trabajo en equipo, pero creen con fe ciega que solo y únicamente ellos son la solución. En esa misma línea, el panorama luce sombrío, máxime cuando averiguas que de todos los países emergentes del mundo, Colombia aparece de segundo en el indicador de desconfianza en la política. Indagas y descubres que el promedio de confianza en toda la clase política está en el 33%. Conoces que nueve países latinoamericanos, reportan un 74% de la población que dice que ‘político’ es lo mismo que ‘rico’. No existe en la conciencia del electorado la ideología partidista, la consigna se limita a izquierda o derecha, nada más. Debido a ello nos tenemos que esperar a que el tiempo pase y preguntarnos… ¿Qué haría en estos momentos el consultor político más famoso del mundo (de esta parte del mundo) JJ Rendón? El mismo que puso de Presidente a Enrique Peña Nieto por primera vez en México e hizo reelegir a un alicaído y poco favorable Juan Manuel Santos, en Colombia. ¿Qué haría el consultor de quien se dice, cobra tres millones de dólares por campaña?, ¿cuál es su secreto? Tras contemplar soluciones mercadológicas, postulados de marketing político, casos electorales y de producción estratégica lógica, la única respuesta que llegó a mí fue la más evidente, y que de alguna forma representa el secreto de su éxito. Estoy seguro de que el controvertido analista y consultor veneco, representaría al mejor candidato existente en cualquier carrera electoral, el señor Pesos. Porque como dicen por aquí en la tierrita: “el que tiene plata marranea” (pero tranquilo que ese marrano no es el de la lechona del 25 de octubre, ese está guardadito para celebrar y para pagarle a la agencia con la cabeza del lechón). A propósito: ¿Donald Trump ya tendrá agencia?, necesito el dato para un amigo.
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