Capítulo 1. Gracias por el pescado o el sutil arte de moverte de trabajo Creo que con muy pocas excepciones, todos hemos dejado un lugar de trabajo y nos hemos movido a otro en algún momento de nuestras vidas, todos hemos renunciado, hemos sido despedidos o nos hemos movido por múltiples y diferentes razones. Pero lo que hacemos y la huella que dejamos detrás es casi igual de importante que la nueva aventura que estamos a punto de emprender. En primero lugar, si te estás moviendo de manera voluntaria o estás renunciando, procura que sea por las razones adecuadas. En primera instancia creo que es un error moverte por el mismo puesto y un mínimo aumento, que el dinero no sea un atenuante en estos casos, aunque claro si el aumento es tentador ¿porqué no? Se dice en la calle que si el no es de mínimo un 30% ni siquiera lo consideres. En estos casos también está el hecho de que te ofrezcan un mejor puesto, mayores responsabilidades, nuevos y mejores clientes, la oportunidad de aprender algo nuevo, de desarrollarte, crecer tanto personal como profesionalmente, en este caso creo que incluso vale la pena hasta perder un poco de sueldo. No estoy afirmando que este sea el camino, pero si se da esa mágica combinación de un buen sueldo y un mejor puesto, no lo pienses dos veces. Pero qué pasa con tus compañeros, tus amigos, aquellos con los que te reías, salías a comer, compartías más de la mitad de tu día, te desvelabas en aquellas noches tortuosas de pitch y te empedabas los viernes. Ten por seguro, que los encontrarás más adelante, te saludarán con gusto, recordarán los viejos tiempos y se seguirán viendo con regularidad. Tal vez uno de los aspectos de las agencias que la gran mayoría del resto de los espacios laborales no tienen, es que cuando entras a una de ellas y haces amigos, lo más probable es que los hagas de por vida. En la inmensa mayoría de las ocasiones, nos apoyamos, somos honestos, nos respetamos y de forma genuina nos decimos las cosas como son, buenas y malas, lo que nos gusta y disgusta. He conocido a muchas personas en mi paso por múltiples agencias, burós de diseño y demás entes que llevan por subtítulo publicidad y comunicación, y en todas ellas he tenido la grata fortuna de haber conocido a grandes personas, de las que en primera instancia he aprendido y cuento con el orgullo de ser considerado su amigo. Aunque claro, siempre hay excepciones, tampoco es muy grato que seas despedido de un lugar, en mi caso, he estado sentado en ambos lados del escritorio y no es divertido estar en ninguno de ellos, ni cuando es tu responsabilidad despedir a alguien, ni cuando te toca ser despedido. En ambas circunstancias, sin importar el motivo, a menos que seas una persona nefasta y te valga madre el mundo y las responsabilidades propias de un trabajo, siempre he creído que lo más importante es ser honesto, hablar claro y dejar las cosas en orden. Un buen amigo me dijo: En algunas ocasiones, lo mejor que te puede suceder en un trabajo es que “te dejen ir”, no te das cuenta en el momento, pero te están haciendo un favor. El mejor consejo que les puedo dar, sin importar el motivo de tu salida, es que vayas a donde vayas es agradezcas por lo obtenido, no hagas networking, haz amigos y procura siempre aprender de las personas a tu alrededor. Avisa con anticipación, deja tu trabajo ordenado y despídete propiamente de las personas con las que compartiste ese espacio. Se un buen amigo y un mejor profesional. Imagen cortesía de iStock
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