Hay ideas que surgen sin querer, por casualidad. Así opera nuestra mente. El conocimiento no es lineal. Dicen que dicen que una idea en la cabeza no es más que el resultado de una red de neuronas conectadas entre sí que chocan y forman combinaciones nuevas. Profesar y arengar por redes líquidas –mentales y humanas– es un voto positivo para la creatividad. Es un hecho que hoy ya no creamos de manera aislada. Las buenas ideas son fruto de otras y muchas potencialmente se gestan a partir de otras destinadas a diferentes fines. Por tanto, ser parte de redes líquidas favorece la serendipia y la creación de nuevos vínculos mediante saberes existentes que, a su vez, generan nuevos conocimientos. En gran parte el aprendizaje se basa en eso. La fortuna no es suficiente para encender la llama creativa. Es menester que cada uno de nosotros tenga una actitud mental abierta y preparada para descubrir y comprender la trascendencia de estos acontecimientos imprevistos para utilizarlos de forma constructiva. Como expresó Louis Pasteur: «en el campo de la observación, la suerte favorece sólo a la mente preparada». A George de Mestral le gustaba pasear con su perro por los Alpes suizos. En una oportunidad vio que sus calcetines de lana, su chaqueta y el pelaje de su perro estaban cubiertos de bardana. Una planta, cuya diminuta semilla está cubierta por cientos de «ganchos» que se adhieren de forma natural a los diminutos bucles que cubren el pelaje, el pelo y la ropa. Esta semilla se «abrochó» para siempre en la mente preparada y abierta de de Mestral. Era el año 1941. ¡Eureka! De regreso a su hogar, de Mestral examinó la bardana con un microscopio y decidió diseñar un cierre singular copiando los ganchos microscópicos de las espiguillas. Inspirándose en esa semilla, de Mestral creó el primer cierre de gancho y bucle. Al principio de esta aventura, no tuvo demasiado apoyo y hasta se rieron de él… ¿Para qué cambiar el cierre cremallera si funciona bien? Por métodos empíricos y con la ayuda de otras personas interesadas, comprobó que la fibra de nylon cosida con rayos infrarrojos formaba unos ganchitos resistentes que se pegaban fácilmente a una tela de nylon más suave y aterciopelada. Había nacido el VELCRO®. Aquel no había sido el primer paseo por el bosque ni la primera vez que de Mestral ocupaba su tiempo quitando las espiguillas de su ropa y en su perro. Quizá paseaba para distraerse o solo para pasar el tiempo –hoy hablaríamos de procrastinar–. Quien sabe. Lo cierto es que de Mestral observó y conectó redes neuronales. Transformó la casualidad en un trabajo al que le dedicó tiempo y esfuerzo. Pasó a la acción y no se quedó solamente en el limbo de la inspiración. Lo valioso de esta anécdota es toda la información que podemos corroborar. Imaginación, creatividad e innovación en un solo ejemplo. George de Mental exprimió el jugo al adyacente posible. Aprendió de las equivocaciones y se apoyó en otros individuos –redes líquidas y plataformas– para llevar adelante la concreción de su hallazgo fortuito. Llevó al extremo su corazonada y en ningún momento se despegó de ella. Setenta años después, podemos afirmar que aquel encuentro casual resultó muy fructífero. Sospecho que la serendipia y la procrastinación son las dos caras de una moneda. Una frontera con límites difusos ¿De qué lado estás? Imagen cortesía de iStock
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