Para que exista un cambio en la forma de pensar se necesitan generaciones. Si se trata de una práctica o de un paradigma que ha existido durante mucho tiempo, es necesario poseer gran paciencia para ver cambios o una buena estrategia. Pero, ¿qué ocurre cuando esa estrategia recurre a la violencia? Es verdad que en temas de conciencia ambiental y en general, para el marketing social, hablar con palabras fuertes o con mensajes directos es más efectivo que hablar con palabras suaves. Algunas campañas han logrado emitir un mensaje efectivo a través de buenos conceptos, y otras, buscan sacudir los sentimientos con rudeza. Esto es lo que “Water is life” provoca con sus prints para concientizar sobre la falta de agua en Haití. Primero, coloca un mensaje fuera de contexto. Después, hace una comparación entre el agua del inodoro y el agua que se bebe en Haití. Por último, hace un descubrimiento: la violencia que hay en el agua contaminada. ¿El resultado? Un mensaje que capta la atención en un momento poco propicio para impulsar un donativo. Sin embargo, la campaña se apoya de otros gráficos con el encabezado “Water kills” que llaman la atención por las armas que se presentan. Esto hace reflexionar hasta qué punto es necesario evocar la agresividad como recurso persuasivo. ¿Qué opinas?
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