No parece haber relación alguna entre las dos partes del título de esta nota. Sin embargo la hay, y es muy interesante. Tanto, que hasta sirve para desmentir un poco a aquellos que consideran que la Coca-Cola simboliza casi todo lo malo del mundo. Veamos. El doctor y reverendo Martin Luther King Jr. nació en la ciudad de Atlanta, Georgia, EE.UU. En octubre de 1964, ganó el Premio Nobel de la Paz por su trabajo por los derechos de los negros en su país. Su ciudad natal se propuso homenajearlo con una fiesta: un banquete pago al que serían invitados los líderes de la industria local. La invitación oficial estaba firmada por el alcalde de Atlanta, líderes religiosos de diversas creencias, el presidente de una universidad y el director del diario más importante de la ciudad. Pero Atlanta, ciudad sureña, continuaba aplicando la más horrible segregación racial. King tenía muchos seguidores y también muchos enemigos. Los blancos más recalcitrantes rechazaban el Nobel otorgado al morocho, y un senador estatal declaró su preocupación porque hubieran galardonado a una persona que incitaba a quebrar la ley. Esto hizo que muchas de las invitaciones al exclusivo evento fueran declinadas; hasta se dice que un notorio banquero llamó a todos los invitados blancos para convencerlos de que no había que ir a la fiesta. Los días pasaban, y el alcalde Ivan Allen comenzó a darse cuenta de que el hotel Dinkler Plaza, lugar del evento, iba a estar casi vacío. También se dio cuenta de que esto iba a ser una enorme vergüenza y, peor, iba a terminar de incendiar las ya frágiles relaciones raciales en su ciudad. Quien acudió en su ayuda fue el mismísimo presidente de la Coca-Cola Company, J. Paul Austin. Él y Allen convocaron a una reunión a los principales líderes de la industria y los negocios en Atlanta. Austin fue quien tomó la palabra, y les dirigió un mensaje muy breve: “Para Coca-Cola, es vergonzoso tener su sede en una ciudad que se niega a homenajear a su Premio Nobel. Somos una empresa internacional. La Coca-Cola Company no necesita a Atlanta. Lo que ustedes tienen que decidir es si Atlanta necesita a la Coca-Cola Company.” Luego de escuchar esta velada amenaza, los líderes, en efecto, decidieron: dos horas después todas las entradas al banquete se habían vendido. El interés por la cena creció tanto que hasta el padre de Martin Luther King tuvo problemas para conseguir su lugar. El hotel recibió a más de 1.500 comensales y el homenaje al doctor King se realizó sin incidentes. Y, desde luego, Coca-Cola se quedó en Atlanta. (Fuente: nowiknow.com)
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