Un par de campañas de febrero de dos de los bancos más sólidos en el Perú viene dando vueltas en pauta tanto tradicional como digital. Una de ellas nos ofrece un paquete de premios donde se mezcla viajes, comida y música y la otra un servicio que acelera los procesos para tener tiempo libre y dedicarlo a otras actividades en vez de visitar una oficina comercial. Si bien las dos construcciones de marca se vienen trabajando desde hace años, justamente hace buen tiempo la publicidad de servicios financieros locales suelen ser tan divertida que hasta nos olvidamos que nos dan dinero prestado. En un país con crecimiento económico (solo un poco el último año, pero igual seguimos en alza) y donde la gran mayoría utiliza sus ingresos personales en gasto corriente en vez de gasto de inversión (es decir, aumenta los bienes de consumo que en planes de salud integral) la publicidad también se adapta a nuestras nuevas – o no tan nuevas – costumbres. Si mañana abre un nuevo banco con la comunicación tradicional de tenga “cuidado con su dinero y guárdelo en un sitio seguro” (una suerte de “Winter is coming”) quizá ni le tomáramos atención. ¿La razón?, porque muchos bancos actualmente tienen comprobada liquidez y sus compromisos con el Estado se encuentran mucho más regulados que en otros países. Eso hace una diferencia. Ya no estamos en 1987 o en 1995. La solidez dejó de ser el factor diferenciador para ser parte de la lista de propiedades. Tampoco nos atrae las tasas de interés (el nivel de moratoria aumentó por los cambios de moneda, pero a niveles discretos), ni tampoco es la cantidad de oficinas físicas distribuidas (la mayoría de las operaciones cotidianas se pueden hacer desde un APP o por teléfono). Entonces, qué puede llamar la atención más allá de las campañas promocionales como ganar un departamento, un auto o que te amplíen una línea mayor de crédito. No es suficiente. Queremos que el banco sea nuestro amigo antes que nuestro prestamista. Tu principal apoyo para cualquier cosa. Y cuando decimos cualquier cosa, es cierto. Naces, creces, abres una cuenta, te pagan los estudios, tu postgrado, tu matrimonio, tu casa, tus viajes, tu primer auto, abres tu empresa, capital para invertir un segundo negocio, más viajes, otro departamento, colegio de tus hijos, plan de jubilación, viajes con la pareja. Y mueres. Tu último pago quizá fue la cuota de tu entierro. El reto de las financieras a futuro será mantener el entusiasmo con sus clientes como lo han sido hace unos diez años. Y cuando dejemos de pagar cuotas o buscar más ingresos no nos cierren las puertas. La publicidad debe seguir estimulando las ganas de “ponerse la camiseta” por la marca. Y si se vienen tiempos difíciles, esperemos que los ejecutivos que laboran en los bancos no vuelvan a vestirse como agentes de Matrix para buscarte. https://www.youtube.com/watch?v=u4z7ySXLevE https://www.youtube.com/watch?v=rxIAy3KnyeU
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