El diseño es un oficio que siempre está transformándose, y aunque todavía puede considerarse como una disciplina meramente de producción vinculada al consumismo, debemos tener otro enfoque para no limitar la visión del campo. Habría de considerarse también que nuestro oficio tiene dos vertientes, la primera ligada a una función social y otra a la utilidad. No me refiero precisamente a ser “socialmente responsables”, sino que el alcance de nuestro oficio recae directamente en el entorno social, es una respuesta de interacción entre nosotros (los diseñadores), la audiencia y el medio. Claro, por su parte, la utilidad del diseño recae directamente en el individuo, pues es quien interpreta y designa sentido a nuestro trabajo, encontrándole uso a lo que proyectamos dentro de su vida diaria. Es entonces que la verdadera función del diseño la va transformando el hombre, nosotros solo la adaptamos a un margen de tiempo y contexto. Esa transformación la acciona el usuario, es decir, los distintos usos con los que interactúa el hombre provienen de los mensajes que comunicamos, de los espacios, los productos, las experiencias que proyectamos, que al final se insertan dentro de un nivel de identidad social como el reflejo de nuestra cultura. En nuestro caso, como especialistas, somos copartícipes de la construcción de esa cultura, puesto que la transmitimos y la configuramos, con un impacto cada vez más global. El diseño como un oficio creativo necesita integrarse, tal como si fuera un eslabón entre hombre >sociedad >cultura. Nosotros necesitamos integrarnos al entorno, más que para comprender las problemáticas cotidianas, para conocer el comportamiento y la interacción del usuario. No solo denotamos o creamos necesidades de consumo, es mucho más complejo que eso: Debemos generar experiencias, además de transmitir información y conocimiento, planificar como estrategas y producir un resultado tangible (o intangible), en otras palabras, la utilidad del diseño es mover una reacción, identificar culturas y motivar para lograr hacer fáciles las actividades del hombre. Por esto, para entender el diseño y no minimizarlo, es importante comprender al oficio como un integrador, no solo como un productor de objetos o mensajes. Hoy es impresindible generar nuestra propia visión del oficio, nuestro alcance no tiene fronteras, nuestro oficio es universal y ha sido inherente al hombre desde siempre como una forma de subsistir o de resolver alguna necesidad. Digamos que siempre estamos al servicio de una “función social”. Imagen cortesía de iStock
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