México, se nos acabó el Mundial. Nos quedamos a un paso del quinto partido.
Sin embargo, la afición mexicana nuevamente mostró su pasión, Rusia se tiñó de verde… Y los que nos quedamos, sentimos un orgullo nacional que no desapareció con la derrota frente a Brasil, sino que, al contrario, enalteció el sentimiento de apoyo hacia la Selección Mexicana. Y hasta quienes no vemos fútbol con frecuencia, nos unimos a la fiesta mundialista y sentimos la emoción durante cada minuto de los 4 partidos jugados por la Selección.
Coincidiendo con un día después de la jornada electoral más grande en la historia de México, quedamos eliminados. El país pasó por muchas emociones (y pasiones) en dos días. Y no es para menos; las emociones se sentían en el aire.
Una combinación poco común, que podría caber en el cliché de dividir al país entre “los intelectuales a quienes no les interesa el fútbol” y “los que se preocupan más por un partido que por el futuro de su país”, y que, para sorpresa de muchos, se fundió en lo que tendría que prevalecer siempre en una sociedad: una perspectiva incluyente, en la que de igual manera que madrugabas para ver un partido lo hacías para ir a votar.
Un nacionalismo orgulloso, que, con todo y las lágrimas en los ojos que brotaron al cantar el Himno Nacional, condenaron acciones reprobables como la quema de banderas de los países vencidos, y el recordatorio de lo mucho que Corea ayudó a nuestro país durante los terremotos del año pasado; algo así como un “nacionalismo globalizado”.
Por otro lado (pero en las mismas fechas), la participación electoral fue mayor al 62%, y es importante reconocer el interés ciudadano por conocer las propuestas más allá de las campañas. Y sí, hubo memes, pero también hubo un compromiso serio con esta jornada, que se reflejó en las casillas, y, sobre todo, en el voto millennial, que representa más del 40% del padrón electoral. ¿El Mundial como distracción para la Jornada Electoral? Esta vez, no lo creo.
El Mundial y las elecciones dejaron un mar de emociones, de tendencias en redes sociales, de participación e interés que puede derivar en una brecha a partir de la cual la sociedad se interese por su contexto, un contexto integral en el cual las cosas no tienen por qué ser excluyentes ni radicales.
Actualmente, la inclusión es clave para lograr la identificación por parte de la gente; lo mismo aplica para un partido de fútbol, una campaña comercial o un discurso político.
La inclusión está en el aire, como nos mostró la emblemática celebración del partido México-Corea en el Ángel, en el cual, el Pride sumó a sus colores el verde de la Selección. Un orgullo que, por lo que se pudo ver en Reforma y en redes sociales, abrazan cada vez más personas, sin importar per se su preferencia sexual.
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