Ya pasó la Navidad pero la próxima se acerca más rápido de lo que suponemos. Buen momento para ir pensando en nuestros saludos para la ocasión, sobre todo cuando podemos aprovechar estos diseños de Salvador Dalí, realizados para la clásica compañía Hallmark en 1960. Sí, aunque parezca mentira, en algún momento el camino de Hallmark se cruzó con el del artista catalán, el mismo que una vez declaró “Yo no tomo drogas; yo soy drogas”. La historia es así.
A fines de la década de 1940, Hallmark empezó a incluir pinturas y diseños de artistas contemporáneos en sus tarjetas navideñas. Entre ellos, Pablo Picasso, Paul Cezanne, Paul Gauguin y Vincent Van Gogh. La fundadora de la empresa aseguraba que esta era una excelente manera de acercar la obra de los maestros más grandes del mundo a millones de personas que, hasta ese entonces, prácticamente la desconocían. Hallmark contrató a Dalí en 1959, y el pintor pidió 15.000 dólares por adelantado para diseñar 10 tarjetas de salutación, sin que la empresa hiciera ninguna sugerencia sobre el tema de las tarjetas, el medio de realizarlas ni la fecha de entrega.
El trabajo de Dalí incluyó versiones surrealistas del árbol de Navidad y de la Sagrada Familia, y también imágenes inquietantes como un ángel sin cabeza tocando el laúd, y los Reyes Magos subidos a unos camellos de aspecto pesadillesco. La gente de Hallmark, algo alarmada, solo produjo dos de los diseños del español: una escena del pesebre de Belén y una representación de la Virgen y el Niño. Pero ni siquiera estas imágenes, relativamente “normales”, funcionaron bien.
En el libro “Hallmark: A Century of Caring”, se cuenta que las tarjetas de Dalí resultaron demasiado vanguardistas para el público. La respuesta fue tan negativa que la compañía dejó de producir sus diseños, convirtiendo de inmediato a las tarjetas ya impresas en objetos de colección. Igual, convengamos que esta historia no significa que el catalán no tuviera olfato para los negocios; durante su vida creó una gran cantidad de productos comerciales, incluyendo un libro de cocina, y hasta apareció en comerciales publicitarios.
Sus tarjetas fueron un fracaso, es cierto, pero solo comercial. Artísticamente son un éxito. Acá se las dejo, para que las usen en sus saludos de este año. De nada.
(Fuente: Open Culture)
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