El cliente observó la portada del libro que le estaba presentando para su nueva novela, este veía a detalle, mientras le exponía el porqué del diseño y los elementos, interrumpe para hacer alguna pregunta, y sigue poniéndome atención, cuando termino la presentación me observa y dice: —Me encanta, es perfecta para mi novela, pero me temo que voy a pedirte que la cambies. —¿Cambiarla? —pregunté incrédulo —Pero me acabas de decir que te encantó. —Si, me encantó, está muy linda, el diseño está increíble, pero tiene un problema muy grande. Dejó volando en el aire los puntos suspensivos, y yo como el novato que era, caí en su juego y pregunté: —¿Cuál es el problema? —dije tratando de ocultar la angustia en mi voz. —No vende. Yo observé mi diseño, el cual representaba de forma estética la historia que contaba el libro, el acomodo tipográfico creaba un balance único con la construcción fotográfica, todo era impecable, al menos para mis ojos en ese momento. —Mira, —me dice al ver la decepción en mis ojos, es un gran diseño, me gusta, no te mentí cuando dije eso. Pero no está enfocado al público al que voy, mi público no está buscando una obra de arte en las estanterías, mi público está buscando la nota roja, está buscando el título amarillista, la primera plana de Alarma! Y eso, mi querido amigo, vende. Cómo argumentas una defensa de tu diseño cuando pasaste por alto uno de los principales aspectos a tomar en cuanta cuando diseñas algo. Sí, le debes dar gusto al cliente, el está pagando, pero la mayoría de las ocasiones tu cliente no es el que va a comprar el producto o servicio que estás ofreciendo, el diseño debe ser del agrado de tu comprador, de la persona que se va a parar frente a un estante y comprar tu producto, y si vas a vender algo en particular, dirigido a un público en específico, más te vale hacer atractivo tu trabajo para ese público. Recapitulando, cuando trabajes un diseño, un copy o un concepto, siempre debes considerar a tu público, usa su lenguaje, sus modismos y aprovecha sus gustos, en pocas palabras, crea un concepto basado en un buen insight para generar un trabajo que esté enfocado. Mi cliente me dio una gran lección ese día, y lo que más le agradezco es que haya sido cuando tenía 22 años. Mi cliente quedó satisfecho con el siguiente diseño que le hice, una portada perfecta para su público, gritaba tipografías sin sentido y la imagen estaba mal recortada a propósito, se veía como un anuncio mal hecho de una nota roja, al menos para mí; pero era del atractivo de todas las personas a las que iba dirigido. Su libro vendió lo que se esperaba que vendiera, y la gente lo identificaba perfecto en cualquier estante de librerías. No se si mi portada influyó en eso, pero aprendí una buena lección. En muchas ocasiones nos toca aprender de nuestros clientes, así que mi recomendación es siempre analizar a tu competencia, observar a tu público, investigar, y por sobre todas las cosas, escuchar a tus clientes.
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