Al pensar sobre el consumo en China probablemente te vengan a la mente la mano de obra barata, los mercados de pulgas retacados, los productos de bajo precio y de aún más baja calidad. No te culpo, nuestro imaginario colectivo percibe a China como un país comunista, alejado del consumismo y cuya colaboración a distintas industrias radicaba en copiar productos de occidente y comercializarlos a menor precio al por mayor; de hecho, así era. Sin embargo y sorprendentemente, su transformación de pensamiento y hábitos ha sido tan radical y veloz que no sólo ha evolucionado en términos de producción, distribución, difusión y consumo, sino que los ha revolucionado. Ahora China parece encaminada a ser la próxima superpotencia en los términos anteriores. Para darnos una idea: en términos económicos, el consumo privado en dicho país constituye el 8% del total mundial. Actualmente, cuenta con 300 millones de consumidores de clase media alta y según estimaciones del Banco Mundial, para 2020 dicha cantidad se duplicará. Se trata hoy en día de uno de los mercados más sofisticados del mundo, en el que los productos de lujo son un “must” y en el que un empleado promedio está dispuesto a gastar un mes completo de su sueldo solamente para adquirir un teléfono inteligente de la más alta gama. Los rascacielos y centros comerciales en Shanghái (denominada por algunos “la nueva meca de los negocios”), son una demostración de la visión futurista de la nación e incluso en las ciudades más pequeñas, los zares de la construcción han encontrado hogar para centros comerciales de lujo. El marketing chino que alguna vez imitó igual que nosotros, lamento decirlo, las prácticas estadounidenses, hoy en día ha dejado de voltear a occidente para convertirse en pionero y parteaguas en ideas y metodología basadas en la interactividad, las redes sociales (sus propias redes) y por supuesto, en la tecnología. Su organización y disciplina son más que propicias para el merchandising y como resultado, lo que una vez fue la tierra de la abundancia para los comerciantes extranjeros es ahora el campo de batalla más feroz del mundo para las marcas del mundo occidental. Hay un factor importantísimo que hace la gran diferencia entre los profesionales del marketing y los negocios en China; a diferencia de nosotros, no alardean de sus estrategias, sino que se enfocan en escuchar al cliente, negociar con él y comprenderlo sin que ello signifique por fuerza que ceder ante sus deseos. En pocas palabras, nos dan una grandísima lección de humildad. No es tarea sencilla quitarse el estigma de baja calidad y probablemente le tomará años a China pero va que vuela para lograrlo y conquistar mercados que antes le hubieran parecido inasequibles. Sin embargo, para su servidor, la lección más grande, y muy ad-hoc al momento que vivimos en torno a la ríspida relación con nuestro vecino del norte está en comprender que sí se puede sin ellos, que no necesitamos depender, ni copiar, ni estirar la mano y que con esfuerzo y disciplina, podemos hacer un cambio radical sin necesidad de esperar el paso de decenas de generaciones. ¿Y por qué no contemplar seriamente ampliar nuestro mercado con China como ejemplo y aliado? Platiquemos @FerFamania
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