Cannes Lions es el festival más prestigioso de la publicidad a nivel mundial; universalmente conocida como la gala infaltable, a la que asisten cientos de agencias, desde conglomerados a independientes, este evento, de proporciones inalcanzables para cualquier otro evento en la misma categoría, permite entender el entusiasmo de tantos al lograr un codiciado premio; la competencia no es sencilla, aún siendo tantas las categorías, los baremos de premiación non son nada sencillos de superar y ganar un león de oro, de plata o de bronce no es nada más conseguir un trofeo, es tener el máximo trofeo reconocido por el gremio global.Desde hace algunos años, Latinoamerica comienza a tener una mayor y mejor presencia en este magnífico festival; pero el año 2016 puede medirse como uno de los más prolíficos, sobre todo para países como México o República Dominicana, por haber logrado llegar a sitiales nunca antes alcanzados; Brasil, como es costumbre, siendo un gran mercado, nunca ha estado mal ubicado; sin embargo, nunca se esperan sorpresivas muestras de calidad en mercados con muchísimo potencial, pero con poquísimo nivel de participación, como el venezolano; este año, el país sudamericano pudo anotarse un bronce para una pieza que refleja el uso que se le da a la creatividad en contextos tan desfiantes como el de ese país. La publicidad es un juego, las piezas de campaña inscritas en el concurso compiten amistosamente; no hay grandes y peligrosas rivalidades, todos los presentes saben que cualquiera podría ganar, se reparten elogios, se merecen aplausos, se reflexiona sabiamente sobre el rol que cumplen las agencias en sus determinados mercados, se busca hacer más que una entrega casual de premios, al fin y al cabo, se trata de creatividad; en suma, que Latinoamerica conquiste espacios tan importantes va dejando ver la importancia de sus ideas, va mostrando el cuerpo de un pensamiento cada más sólido, de una idiosincracia que ha sabido preservarse simbióticamente con la avasallante universalidad occidental y sus valores posmodernos. Da gusto mirar la trayectoria de naciones como Chile o Perú, países cuya publicidad mejora cada día, es impresionante encontrarse con escenarios tan prometedores como el colombiano, el panameño, donde la competencia se hace cada vez más interesante, tomando en consideración que son mercados singulares, su participación tiene mayor mérito; en fin, lo cierto y lo que genera una gran sonrisa es que la región cada vez tiene más claro su propósito, cada vez demuestra que sabe construir métodos propios para alcanzar el éxito, sí, y tiene directivos que piensan, que sienten y que tienen un mínimo de sentido patrio (en el mejor de sus significados) para luchar y ganar un premio que atesora el gremio nacional respectivo y maximiza la intención de otros para mejorar. Queda escuchar y realmente propiciar las conversaciones sobre el tema, para mirar más allá de los festivales, para usar el éxito en pro de las mejores causas, para hacer crecer la industria, para evaluar los mercados, las políticas, las demandas, los aciertos, las batallas no ganadas, las que faltan por librar, para prever el futuro, para no quedarse atrás, para no apilar, sino disfrutar de la creatividad; las ideas se vencen, pero el pensar no; queda revisar muchos temas, que van más allá del éxito y el entusiasmo del vencedor; que casi nunca suele estimular la propia crítica, que casi siempre creer que ganar es suficiente, cuando en el caso de la creatividad, es apenas el principio de un largo, romántico, pero muy complejo camino que muy pocos lograrán terminar, solo si se quedan en la ilusión del reluciente león; a seguir, a ganar más y a hacer de la publicidad latinoamericana referencia global, sí se puede.
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