Me encuentro en la oficina, mirando la pantalla del computador y detrás de él un ventanal tapado con un black out que cega la visión citadina de la calle y la casa de enfrente. Sí, suena aburrido… Pero no lo es tanto, estoy rodeada de mis directores creativos y los diseñadores gráficos, dos de ellos son mis amigos, vivimos riendo, cantando y hablando cosas sin sentido, haciendo más llevadero el día a día lleno de trabajo y de problemas de comunicación que poseen las marcas con las que trabajamos. Detrás de mí, como a 6 metros, está el primer diseñador industrial dándome la espalda, alias “el irlandés”, ya se imaginarán por qué le dicen así… En seguida de él los demás industriales, personas chéveres* a las que considero mis amigos, todos tienen apodos y una de ellos es amiga mía. Ellos llenan el ambiente de música variada y a veces repetitiva, dependiendo de la época. Rodeada de un ambiente ruidoso, estando al lado del pasillo por donde a diario pasan al menos 40 personas yendo y viniendo, multiplicando su recorrido, me pongo los audífonos y me invade la gana de querer seguir aprendiendo inglés. Es la hora del almuerzo, decido estudiar y me doy cuenta de que ya se me está haciendo tarde para ser bilingüe, y por qué no, políglota. Un impulso me llevó a inscribirme en una escuela de idiomas y ahora estoy ansiosa por empezar las clases… Amo aprender 😀 Ése es mi secreto para la felicidad, nunca dejar de observar, memorizar, relacionar y finalmente aprender. Ya cometida la locura, decido empezar a leer becas para estudiar en otros países, pues quiero salir de este entorno y conocer el mundo para hacerlo mi verdadero hogar, sé que un día el dinero no será un obstáculo para tomar impulso y saltar. Llega la hora de trabajar de nuevo y mi jefe llega con sus curiosos apuntes chistosos sobre alguna vivencia que acaba de pasar… Todos carcajeamos y de nuevo enfocamos nuestras mentes en producir ideas después de investigar. Salgo de la agencia a mezclarme con las personas a las que trato de convencer de comprar o necesitar algo sin conocerme… Una experiencia cada día más trágica, pues el sistema de transporte público ya no da abasto para suplir la gran demanda de personas que necesitamos el servicio… Mientras pienso en cómo lo solucionaría, siempre termino llegando a la misma conclusión, los mandatarios se preocupan más por sus bolsillos que por nosotros… Una historia de la cual los latinos no somos lejanos. Llego por fin a casa y saludo a las razones de mi felicidad: mi mamá, mi hermana y mis dos preciosos gatitos, Vito y Ozzy. Lavo mis manos y me visto para hacer ejercicio, una rutina combinada entre pilates, yoga y cardio. Por supuesto mis dos mininos me acompañan y hacen yoga conmigo. Disperso mi mente, la limpio de negativismo y todo fluye mejor, siento que mi cerebro y mi cuerpo me dan las gracias, pues con esto aprendí a conocerme a mí antes que los demás. Esa combinación para mí es la receta de la felicidad, son mis fuentes favoritas de sabiduría, tengo más, pero como dicen por ahí: nunca cuentes todos tus secretos. Aprender algo que quiera, leer algo que me guste y hacer algo que me llene de paz… Así soy feliz cada día. *Chéveres: En Colombia la palabra chévere significa bacano, divertido, genial, todo bien. Los colombianos somos chéveres, conózcannos. 😉 ¡Feliz martes de aventuras! Imagen cortesía de iStock
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