Había una vez un publicista que decidió aplicar una estrategia publicitaria para conquistar a la mujer de sus sueños. Primero hizo una investigación a profundidad, esto para conocerla mejor y saber qué es lo que le gusta, luego un Focus Group con amigos en común reveló que le encantaban las rosas, y gracias a eso descubrió que la última campaña se había ido al piso, porque la anterior agencia le rompió el corazón. Analizó la competencia, tenía que encontrar ese diferencial que lo hiciera único, tenía que demostrarle todos los beneficios de tenerlo a él por encima de todos los demás, estaba listo para enamorarla. Empezó con la expectativa, como Direct le enviaba rosas los lunes de cada mes. En el lanzamiento se reveló el concepto, la rosa de ese lunes venía con una free card que decía: “Prometo hacerte sentir” con un Call To Action sencillo “Búscame cuando caiga el sol en el parque”. El sol se puso esa tarde y ahí estaba ella, tan hermosa como siempre. Él preparó un performance, en la entrada del parque había publicidad de guerrilla que le indicaba que se quitara los zapatos y caminara sobre el césped, ella accedió. Por publicidad exterior supo el siguiente paso, vendarse los ojos, ahí estaba él, la tomó de la mano y caminó junto a ella, luego se detuvo y le cantó al oído un Jingle que le había escrito, ella sonrió y fue ahí cuando el publicista supo que tenía el go para continuar con su estrategia. Se separó de ella y con voz de locutor le dijo: quítate la venda. Él estaba al final del recorrido con un ramo de las rosas más rojas y le dijo: Prometo hacerte sentir, prometo que nunca más te faltaran rosas. Tuvo un feedback inmediato con muy pocos ajustes, ella lo besó, el lanzamiento fue todo un éxito, se cumplieron todos los objetivos. Comenzaron a salir y en sostenimiento implementó digital, agregándola a sus redes, redactándole poemas y subiendo fotos juntos cada tanto. Pero su fidelización no era tan fuerte y su diferencial fue perdiendo valor con el tiempo. llegaron nuevas agencias con beneficios con los cuales él no podía competir, y se estaba quedando sin presupuesto. Ahora, su amada vuelve a estar en licitación. Todos tenemos un publicitario dentro, estamos constantemente vendiéndonos para conseguir lo que queremos, solucionamos problemas de diferentes maneras y somos creativos por naturaleza. Moraleja publicitaria: Cualquiera es vulnerable a una buena estrategia, pero si es una estrategia cualquiera, cualquiera puede hacerlo. Imagen cortesía de iStock
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