Ni yo sabía que era un copy cuando comencé a estudiar publicidad. Fue un compañero que me dijo en clase de redacción: -¡Usted sí es mucha copy!- O algo así. Yo no sabía a qué se refería pero supuse que era bueno. Y sí, es bueno. Te da licencia para inventar historias, seducir, entablar conversaciones, jugar… jugar con las palabras. Pero también es frustrante. Sobre todo cuando alguien te pide que le diseñes un logo o un volante porque eres publicista. Aclaro, estoy en capacidad de hacerlo. Pero es que yo soy copy, redactora. Respondo y la gente me mira raro. Como sé que no entendieron sigo con la retahíla de lo que hago y algunos afirman que se me iluminan los ojos y en este caso, las palabras. Escribir, eso es lo que hace un copy. ¿Qué escribe? Comerciales de televisión, cuñas, avisos de prensa y revista, afiches, guiones, vallas, folletos, artículos, banners, tweets, publicaciones y sí, también volantes. Lo que le pongan en el papel o en la pantalla, en el caso de digital. Mejor dicho, redacta los mensajes que venden un producto o servicio sin importar el medio, hace los textos de las piezas publicitarias, incluso de esos anuncios de revistas que no tienen letras. Porque un copy no solo escribe; investiga, conceptualiza, desarrolla campañas, construye marca, genera y sustenta ideas, guía al gráfico y hasta lidera grupos, o bueno… eso es lo que me ha tocado hacer. Por eso nos acompaña en nuestro cargo la etiqueta de creativo. Se nos reconoce porque somos los únicos, con los de administración y sistemas, que no tienen un Mac en la agencia (no debería ser así). Y porque nos buscan para preguntarnos cómo se escribe una palabra, para escribir una carta o una tarjeta de felicitaciones porque… -¡Es que tú escribes tan bonito!- dice la ejecutiva. Pero también tiene sus momentos amargos. Se nos castiga si nos equivocamos en la ortografía, si los textos son muy extensos, si no encontramos el sinónimo para una palabra, un slogan pegajoso o el nombre perfecto para una marca, un producto o para la panadería de la esquina. Como se dan cuenta, esto no se trata de copy paste como creen muchos ejecutivos. Es puro sudor de letras pero también, amor verdadero a la prosa.
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