Desde sus inicios, la necesidad de comunicarse ha sido promotora de la invención de diversas formas de transmitir mensajes. Al igual que las personas, en el mundo de las marcas todos desean contar algo y en medio de las controversias que vive la sociedad, los publicistas con frecuencia se encuentran en esa delgada línea entre “efectividad de campaña” o “morbo publicitario”. Para entender esto, primero debemos tener claras dos variables: ¿de qué habla la gente? y ¿qué le interesa? Fácil, únicamente lo que está de moda, que en la actualidad, no siempre son temas relevantes, más bien se trata de lo que hace ruido, de cosas a veces absurdas que paralizan al mundo por excesiva publicidad de boca en boca y redes sociales. Uno de los ejemplos más recientes es el caso del vestido azul y negro… ¿o era dorado y blanco? de la marca Roman Originals. Esta incógnita mantuvo en pánico a los internautas al tratar de explicar dicho fenómeno, mismo que rápidamente se volvió un trend topic viral bajo el hashtag #TheDress, teniendo presencia no solo en redes sociales, sino diversos portales web, incluyendo sitios formales como CNN noticias, generando memes al instante y siendo base para otras campañas que aprovecharon la cantidad de impactos para anunciarse, como Librerías Gandhi y Xbox. La necesidad por formar parte de un debate (la mayoría de las veces interminable) es uno de los principales factores que han movido las estrategias publicitarias desde hace ya varios años, sea contenido inteligente o no, a fin de cuentas no es culpa del creativo, sino de la efectividad e impacto que produce la publicidad de boca en boca aunado a lo que la gente pide. Honestamente, salvo algunas excepciones, las activaciones suelen pasar desapercibidas. La gente está harta de ver el suavizante que no decolora la ropa, a la modelo guapa que no existe sin retoques… entre otras cosas que no transmiten nada, por lo que el público comienza a ser creador de su propia publicidad.
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